Del Castillo
(2017), afirma que: “El hombre está invitado a lograr la madurez en sus tres
dimensiones y en sus tres facultades. Se está hablando de una madurez integral como
persona humana, como ser para el encuentro” (p. 18). Así que las dimensiones mencionadas
son física, psicológica y espiritual, mientras que las facultades son: inteligencia,
afectividad y voluntad. Lograr la madurez quiere decir entonces lograr la armonía,
el equilibrio, el señorío o la maestría de sí mismos en las tres dimensiones y
las tres facultades que posee el ser humano.
De acuerdo con
esto, se trata de un proceso o camino que puede durar toda la vida y que cada
persona vivencia en sus etapas. Se considera importante decir en este momento que
una persona que adquiere la madurez integral coopera también con su progreso en
la felicidad y realización personal. Además de la madurez integral, es
necesario abordar el tema de la madurez psicológica. Esto se menciona en el libro
Afectividad y Sexualidad en la vida cotidiana, cuando se establece que:
En lo que se
refiere a la dimensión psicológica, se encuentra la vivencia interior de la persona:
ideas, criterios, emociones, sentimientos, pasiones, motivaciones, deseos, sensibilidad
y percepción, entre otros. Es en esta dimensión donde se estructura la aproximación
a la realidad, debido a que le permite a la persona entrar en contacto con el
mundo que le rodea (p. 16).
Por otro lado,
Sarráis (2013), en su libro Madurez psicológica y felicidad, explica la madurez
psicológica como una cualidad que es consecuencia de la relación equilibrada y armónica
entre razón, voluntad y afectividad. Por este motivo, la educación de la
madurez psicológica se ha denominado también educación de la afectividad. En
este sentido, menciona que:
La tarea de
armonizar cabeza y corazón es una obra de arte psicológica, más difícil de realizar
que las creaciones de los más famosos artistas, pero mucho menos cotizada.
Se parece, en
cierto modo, a la tarea de lograr dominar un instrumento musical, pues requiere
muchas horas de ensayo durante toda la vida (p. 24, 25).
La madurez
psicológica implica así la reconciliación en cuanto posibilidad de tener cierto
tipo de orden y armonía en las facultades psíquicas y alcanzar el máximo
desarrollo de dichas facultades, como: inteligencia, voluntad, afectividad,
tendencias, imaginación, memoria, entre otras. Estas buscan entonces
instaurarse mediante la acción externa o conducta observable en la persona y la
acción interna que conlleva las mismas.
Psi. Humberto Del Castillo Drago.
Sodálite.
Director General de Areté.
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