1. Introducción: ¿Por qué es
importante abordar el tema de la Salud Mental?
Sabemos
que el concepto de salud mental es complejo y difícil de definir, pero somos conscientes de que
es un tema crucial en la psicología y para los que hacemos psicoterapia. Por
esta razón, desde Areté, tratamos de aportar desde una mirada integral del ser
humano.
Iniciaremos
definiendo el término salud para la
Organización Mundial de la Salud, la cual hace referencia a un supuesto
equilibrio funcional de la actividad psíquica que llevaría al “estado de
bienestar psicológico”. Ahora, frente a ésto se pueden plantear distintas
preguntas o cuestionamientos que se formularán a continuación:
- ¿En qué consiste el equilibrio de
la actividad psíquica?
- Cuando hablamos de bienestar; ¿Qué
es lo que queremos decir?
- ¿Qué entendemos por actividad
psíquica?
Las
anteriores preguntas e interrogantes, sólo tratan de aportar un granito de
arena al tema que se desarrollará a lo largo de la presente conferencia.
Cabanyes
en su libro La salud mental en el mundo
de hoy afirma que:
“Al
preguntarnos qué es salud mental, lo primero que surge es el contraste con la
locura. Es decir, entendemos la salud mental como lo opuesto a la enfermedad
mental, a la que tendemos a considerar cono sinónimo de locura. Pero hay
también quien considera la salud mental como un bien inasequible o, al menos,
muy difícil de mantener. El origen del planteamiento está en subrayar la
singularidad de cada persona o en magnificar los factores ambientales: todos
tenemos “algo de locos”; es muy difícil gozar permanentemente de salud mental” (p. 27).
Luego
de realizar este planteamiento, surgen otras preguntas:
- ¿Qué es la salud mental?
- ¿Qué es la enfermedad mental?
- ¿Solo unos pocos están enfermos, o
todos estamos un poco locos?
- ¿La enfermedad mental es algo que
le sucede a la persona o es algo constitutivo de ella?
2. ¿En qué consiste la propuesta
del Centro Areté?
Antes
de seguir profundizando en el tema,se hace relevante hablar un poco del Centro
Areté y nuestra propuesta en el ámbito
del quehacer psicológico, debido a queel Centro ha venido trabajando en
distintas propuestas desde la antropología y espiritualidad cristiana, y
acentuando la mirada integral del ser humano.
¿Qué
es Areté?
Es
un Centro de Psicología que posee una mirada integral, reconociendo a la
persona humana como Hijo de Dios y Unidad bio-psico-espiritual. Además, siendo
nuestro fundamento la antropología cristiana, buscamos que el ser humano se
encuentre consigo mismo y alcance una existencia virtuosa.
Areté
es una asociación de personas, una red de personas internacional unidos en una
misión grande que la consideramos una aventura heroica, porque buscamos vivir
una existencia virtuosa y reconciliada. No somos sólo psicólogos, sino que
acentuamos la salud mental y el quehacer psicológico, desde la mirada integral
de la persona, con el objetivo de que la persona logre encontrar, en última
instancia, la felicidad. También, buscamos hacer una psicología cristiana y
universal, así como desarrollar la psicoterapia de la reconciliación, donde la
persona se abra a la verdad sobre sí mismo y al amor de Dios en su vida.
Actualmente,
Areté trabaja en tres áreas o líneas:
- En el área clínica.
- En el área educativa y la familia.
- En el área organizacional y
comunitaria.
Areté
actualmente está conformado por distintos usuarios, asociados, voluntarios,
amigos y benefactores. Las anteriores son distintas maneras de vincularse
y pertenecer al Centro.
Nuestra
misión es:
“Prestar
un servicio psicológico integral a la persona, basado en una antropología
cristiana, la cual promueva el conocimiento y la maestría personal por medio de
un encuentro consigo mismo, con las otras personas, con su entorno y con Dios,
a través de distintos espacios y alternativas en los que se busque la salud
mental”.
Nuestros
Valores Corporativos:
La
Reconciliación:
El hombre es creado libre para vivir el amor y en reconciliación con su
creador, consigo mismo, con los demás y la naturaleza.
La
Areté:
Es la “Reconciliación de las facultades humanas”. Involucra la recuperación de
la unidad personal que implica la reconciliación integral y nos lleva a realizarnos como personas,
según nuestra naturaleza.
El
Amor:
Estamos invitados a vivir el amor en la vida cotidiana. Amor a Dios, amor a
nosotros mismos, amor universal a los demás; entendidos como caridad, como amor
al otro, al prójimo.
El
Encuentro y la Comunión: Lo natural es
que la persona está abierta al diálogo y a la comunicación. A la entrega y a la
donación.
El
Servicio:
Nos entregamos y donamos a los demás,
vemos en el servicio una forma de vida.
La
Reverencia:
Nos permite tener una especial disposición para el silencio y la escucha. Nos
hace sensibles a los impulsos más profundos de nuestro ser, así como a la
realidad de las demás personas.
El
Trabajo en Equipo: Es una característica fundamental del llamado a formar parte de Areté que es un don
que atesoramos y compartimos como amigos y hermanos en el cumplimiento de
nuestra misión.
¿Cuál
es la propuesta de Areté?
- Estudiar y profundizar en la
psicología cristiana y universal, que no traicione ni en su teoría ni en su
praxis a la antropología y espiritualidad cristiana.
- Elaborar y desarrollar la llamada psicoterapia de la reconciliación, desde
la mirada integral del ser humano, y su reconocimiento como Hijo de Dios
invitado a la trascendencia y a participar de la naturaleza divina.
Sabemos
que es un desafío y un reto, debido a que todo esto implica investigación,
estudio, profundización y debate para otorgarle credibilidad científica a
nuestra propuesta.
¿Por
qué es necesaria esta propuesta?
Actualmente
nos encontramos con distintas escuelas y muchas psicoterapias y muchas de ellas
son reductivas y ninguna agota la realidad del ser humano. Se trata entonces de
buscar la verdad del ser humano que la psicología contemporánea, desde los
distintos enfoques y escuelas ha intentado fragmentar. En este sentido, Domínguez
dice lo siguiente:
“Toda
escuela psicológica supone y contiene, de modo implícito, una antropología.
Pero la mayor parte de ellas son reductivas y fundamentadas algunas en
supuestos ideológicos, no contrastados con la realidad. Ahí, y no en otro
lugar, radica la pluralidad y oposición entre paradigmas psicológicos: en
realidad, toda teoría sobre la acción
humana, y la psicología lo es de modo eminente, es expresión de algún
tipo de antropología” (Psicología de la
Persona, p. 29, 30).
Es
importante también entender cómo en la base de la comprensión del ser humano,
está la antropología y la teoría del conocimiento, porque los enunciados de la
psicología tienen sus fundamentos teóricos en las ramas de la filosofía
anteriormente mencionadas. Así que se trata de entender al ser humano de la
manera más integral posible, y para lograr ello se necesita de la antropología,
psicología y psiquiatría, debido a que siempre contemplan procesos, actividades
y vivencias personales.
Por otro lado, es necesario aclarar
que no hay enfoque psicológico que pueda agotar la verdad sobre el ser humano. La pretensión de verdad absoluta de alguno
de ellos se debe más a un dogmatismo autodefensivo que al alcance real de sus
fundamentos. (Domínguez, p. 40).
También
Domínguez, comparte que:
“La
psicología deberá acudir a otras ciencias complementarias tales como la
neurobiología, bioquímica, sociología, etc y estar en permanente diálogo entre
escuelas y enfoques guiados por la antropología como venimos diciendo. Todo
acercamiento a la persona siempre es esbozo provisional que nos permite mayor
comprensión, pero no es nunca agotable” (p. 42).
Hoy
vemos que las escuelas o enfoques son como partidos políticos que cada quién se
cree poseedor de la verdad.
3. ¿Quién es el hombre?
Sabemos
todos que el ser humano es un ser complejo, en él se integran elementos
biológicos, psicológicos y espirituales. Serráis, en su libro Madurez
psicológica y felicidad, dice que“esos elementos
precisan tiempo para desarrollarse con un ritmo propio en cada persona, para
alcanzar en cada una un máximo de desarrollo diferente y para interrelacionarse
de un modo peculiar en cada individuo” (p. 8).
En
este orden de ideas, existen distintas dimensiones en el ser humano. Todas
ellas son innegables y ninguna puede ser olvidada. Por ejemplo, la más
inmediata es la dimensión biológica. Ésta representa la corporalidad con todas
sus características estructurales y funcionales, para constituir la dimensión
básica y necesaria en la relación con los demás y con el entorno contextual.
Por
otro lado, tenemos la dimensión psicológica, la cual habla
de todo lo que llamamos la vida y actividad psíquica de la persona.
Por
último, la dimensión espiritual es aquella que hace que el ser humano
trascienda en el mundo, debido a que
está invitado a una relación personal con Dios y consigo mismo. Esta dimensión
lo hace UNICO E IRREPETIBLE, porque Dios nos creó con una mismidad e
identidad propia, llamados a ser imagen y semejanza de Dios y participar de la
naturaleza divina.
Nosotros
en Areté consideramos que la dimensión social es una dimensión importante que
implica a las otras tres; en un sentido se puede ubicar en la dimensión
psicológica, en otro sentido podemos decir que es transversal a las otras tres
dimensiones, por eso preferimos hablar de tres dimensiones y no de cuatro, para
no quitarle ni fuerza ni peso a alguna de las otras tres, incluso a la dimensión
espiritual -que es tan olvidada y marginada el día de hoy, incluso por la
psicología que intenta en varias de sus escuelas y enfoques ser una respuesta
al hombre sin Dios-. Así que las tres dimensiones interactúan de forma necesaria
y se requieren mutua y recíprocamente, para potenciarse entre sí, con
respuestas unitarias, integradas e inseparables, que constituyen la esencia del
ser humano y configuran su manera de ser personal.
El
ser humano, dice Cabanyes no es un “qué”, un “algo”, sino un “quién”, un
“alguien”. Es un ser personal, con un cierto agrado de autonomía y de
trascendencia. El ser humano vive “en sí
mismo”, no “en otros”, aunque necesite vivir “con otros” para perfeccionarse.
Es capaz de moverse con autonomía casi plena, incluso contra sus límites
naturales y necesidades básicas, y de generar y mantener su propio hábitat.El
hombre es un ser trascendente en el sentido de que no se agota en su propio
género humano, sino que está abierto al absoluto. Así que podemos evidenciar
que estas son las personas que nos llegan a consulta; sufriendo con un dolor
psíquico, con un malestar psicológico e
incluso psiquiátrico. Y es aquí donde la dimensión trascendente o espiritual, concede
a cada persona su singularidad, es decir, es único e irrepetible. Además, toda
persona tiene un anhelo de infinito, un afán de absoluto, una nostalgia de
reconciliación. De esta manera, nadie se contenta con amar y sentirse amado o disfrutar
y sentirse feliz de modo limitado.
Hasta
aquí la explicación de las tres dimensiones fundamentales del ser humano:
cuerpo, psique y espíritu. Ahora vamos a citar a Burgos en su libro Antropología: una guía para la existencia,
cuando explica lo siguiente: “El cuerpo
se identifica con uno de ellos. La psique comprende la sensibilidad, las
tendencias y parte de la afectividad. Y el espíritu comprende parte de la
afectividad, el conocimiento intelectual y el yo”. (p. 64, 65).
En
Areté hacemos una diferencia entre lo que es el “Yo Psíquico” y lo que es la “Mismidad”.
Cuando hablamos de mismidad estamos hablando de lo más íntimo del ser humano, es
decir, de lo más profundo o de aquello que lo hace ser hijo de Dios, don para
el mundo; único e irrepetible; “Palabra de Dios que nunca se repite”. En otras
palabras, es el núcleo de la identidad del ser humano.
Ahora,
frente a todo esto surge una pregunta:
- ¿Dónde se ubican las tres
potencialidades del ser humano?
- ¿Dónde se ubican la inteligencia,
la afectividad y la voluntad, según una visión trial del ser humano?
Para
responder a estas preguntas vamos a dialogar con Xóse Domínguez, en su libro Psicología de la persona:
- Las capacidades de la persona no
son autónomas, es decir, no son meras facultades operativas, sino
capacidades-de-esta-persona. Estas capacidades son naturales o adquiridas.
- Dentro de las naturales vemos la
fortaleza física y el temperamento.
- Al interior de las adquiridas, se
encuentran los conocimientos, las virtudes y el carácter.
En
todo caso, estas capacidades o potencialidades le han sido donadas desde el
nacimiento o bien se le ha dado la posibilidad para adquirir las que son
sobrevenidas, y podemos llamar a estas capacidades de la persona, como dones o dote, según Domínguez. Esta dote, este
conjunto de capacidades, está estructurada de tal manera que forma un sistema,
una estructura. De modo que cada capacidad y característica, afecta a todas las
demás, y cada dimensión y potencialidad estánvinculadas a toda la persona o
sistema, de acuerdo con Burgos y Domínguez. Así, la persona no tiene cuerpo,
sino que es corporal, y las características del cuerpo afectan a la totalidad.
En
este sentido, Domínguez, plantea que:
“Todo
el pensamiento es sexuado, y también la afectividad. Asimismo, la inteligencia
es afectuosa (capta cálidamente la realidad) y mediada corporalmente. Es decir,
cada nota característica de la persona es nota de todas las demás, afectando a
todas las demás y definiéndose físicamente en función de todas las demás. Cada
nota califica y tiñe a todo el sistema. Del mismo modo, diremos que la
inteligencia es afectuosa y que la voluntad es inteligente “(p.54, 55).
Juan
Manuel Burgos, en su libro Historia de la
Psicología, dice que:
“Es
importante entender al hombre, a la persona como UNIDAD INSEPARABLE. La
psicología, está acostumbrada a “diseccionar” a las funciones personales como
entidades autónomas.Se trata de recuperar la mirada integral, holística de la persona,
incluso podríamos decir integradora. Todo fenómeno o proceso psíquico lo es de
UNA PERSONA, por ende todo problema psicológico o trastorno psíquico es
necesario comprenderlo desde la totalidad personal” (p. 89).
También,
Domínguez afirma que: “El comportamiento lo es de toda la persona. Y toda
dimensión debe ser integrada y personalizada, para que el ser humano no sea un
actor de su vida, sino el autor de la misma” (p. 55).
4. ¿Qué es la salud mental?
Empecemos
hablando de la salud en general, y luego vamos a profundizar en la salud
mental. Así que será necesario reconocer que el concepto de salud ha ido cambiando
con el paso del tiempo, y una definición “popular” la considera como vitalidad
física exuberante, como ausencia de toda disfunción, haciendo alusión aaquellas
personas que “están rebosantes de salud”.
Para
los sistemas nacionales de salud y las aseguradoras, la salud viene a ser el
estado de eficiencia para desempeñar los trabajos propios del individuo en la
sociedad, así una persona sana significa que es apta para el trabajo. Sin
embargo, para los médicos y el resto del personal sanitario, salud es la
ausencia de limitaciones o de dolencias, sean orgánicas o funcionales.
Ahora,
frente al modelo biomédico que impera en la actualidad, se ha propugnado el
modelo biopsicosocial, al entender que la salud es también un problema social y
político, cuya solución pasa por la participación activa y solidaria de la
comunidad. Por ejemplo, la OMS define la salud como “estado de perfecto bienestar, físico, psíquico y social en interacción
con el medio y no sólo la ausencia de dolor o enfermedad”.
En
este sentido, sería interesante reconocer la dimensión psíquica y el carácter
social de la persona y, por otra parte, hacer más énfasis en la promoción de la
salud que en la curación de las enfermedades.
En
este momento de la historia, se considera todavía a la salud desde una perspectiva
individualista y privada. En este sentido, Miguel Ángel Monge, considera que:
“La
idea de “completo bienestar”, aparte de considerar una meta inalcanzable y
generar varias ilusiones, dilata enormemente el concepto de enfermedad, ya que
cualquier bienestar incompleto es considerado como enfermedad: así planteada,
esta definición de salud no deja de ser una ingenua utopía de vida sin
sufrimiento, de dicha sin dolor, de una sociedad sin conflictos, donde por
mucho que se desarrolle la Medicina, dicha salud perfecta seguirá siendo una
meta imposible. Además al entrar en la lista de derechos sociales reconocidos,
con los relativos deberes del Estado, induce a los ciudadanos a pretensiones o
esperanzas desmedidas. Ya hay autores que advierten que la obsesión por la
salud y el bienestar-al reclamar del sistema sanitario fines inconsistentes,
como la negación del dolor y de la muerte-puede ser peligrosa”. (La Salud Mental, p. 170).
Entonces
resulta fundamental recordar que, como ya hemos dicho, el ser humano es una
persona, una unidad inseparable, bio-psico-espiritual, que además posee
inteligencia, afectividad y voluntad, y esta concepción o idea del hombre, no
puede ser extraño a la salud. Es decir, un concepto de salud o de persona sana,
no puede ser incoherente con una antropología adecuada y verdadera, porque es
fundamental entender al ser humano como íntima unidad substancial de los
aspectos corporales, psicológicos y espirituales, sin caer en el biologismo, ni
en un falso espiritualismo ni en un reductivo psicologismo.Por este motivo, es
importante decir que la salud y la enfermedad son condiciones del Yo en su totalidad
y, por tanto, afectan a toda la persona, por ejemplo, las enfermedades físicas
que tienen origen en la dimensión psíquica, y sucede también que el curso de
una enfermedad depende mucho de los planteamientos ético-morales de la persona.
El miedo, por ejemplo, produce disturbios cardíacos; una vida agitada produce
en ocasiones úlceras gástricas, etc.
Hablemos
ahora del concepto de enfermedad:
En
el aspecto más común y coloquial la vemos como una afectación de cierta entidad
de la integridad o funcionamiento físico y/o psíquico de la persona. También se
aprecia como la incapacidad de utilizar todas las energías y facultades que se
poseen en cualquier situación, aunque sean difíciles o dolorosas.
Ahora
intentemos aproximarnos al concepto de salud mental:
1.
Siguiendo a Monge, diremos que la normalidad psíquica es
considerada a veces como expresión de lo que establece el término medio de la
población, respecto a la conducta psíquica de la persona. Se basa entonces en
un promedio estadístico, que no resulta plenamente válido. Ejemplo: sería como
admitir que las caries dentales, siendo tan frecuentes, es un signo de salud.
2.
Salud equivale a ausencia de enfermedad, por lo que una
persona que no tenga un trastorno mental diagnosticable y se encuentre libre de
síntomas psíquicos molestos, puede considerarse como mentalmente sana. Aquí es
importante considerar que la salud mental es algo más que la ausencia de
enfermedad, e implica un sentimiento de bienestar y capacidad de ejercer
plenamente las facultades físicas, intelectuales y emocionales de la persona.
Los
parámetros usados para delimitar la salud mental, suelen ser: ausencia de
estructuras psicopatológicas; integración armónica de los distintos rasgos de
la personalidad; percepción de la realidad sin distorsiones; adaptación
adecuada de la persona al entorno y a los distintos conflictos y circunstancias
de su vida. En cambio, para definir la enfermedad mental es necesario valorar
los síntomas clínicos, el modo evolutivo y la perspectiva sociocultural en que
está inmerso cada ser humano. Por lo que, en conjunto, suele considerarse que
todas las enfermedades mentales tienen tres notas comunes: estar determinada o
acompañada por un trastorno corporal; llevar consigo una reducción de la
libertad psicológica; manifestarse por estructuras vivenciales anómalas.
En
el libro La Salud Mental y sus cuidados,
Cabanyes establece que:
“La
definición de salud mental exige delimitar los ámbitos de normalidad, para poder
identificar el traspaso al ámbito de lo anómalo como indicativo de
psicopatología. De esta manera, el concepto de normalidad señala la calidad o
condición de normal. Por su parte el término “normal”, en sus acepciones
aplicables a la salud, hace referencia a lo esperado en razón de la naturaleza
y de dónde se deriva la norma. Por lo tanto los conceptos de normal y
normalidad en la salud mental tienen una estrecha e inseparable conexión con la
naturaleza humana, con lo que la persona es, en cuanto a sus operaciones, con
los determinantes impuestos por ser lo que es: una unidad sustancial de materia
y espíritu, de biología y psique, donde ambos aspectos se condicionan recíproca
e intrínsecamente” (p. 112).
Al
hablar de normalidad, es necesario considerar siempre que es una UNIDAD
INSEPARABLE, siendo un error también, el hecho de pretender delimitar su ámbito
al margen de esta consideración. Por lo que esta premisa permite no confundir
las imperfecciones y limitaciones con la enfermedad, ni dar carta de normalidad
a lo que son enfermedades. Por esta razón, Cabanyes afirma que la salud mental
es “la armonía personal que lleva a una
adecuada interacción interpersonal y al desempeño de actividades que permiten
acercarse suficientemente a las metas propuestas, enriquecido y enriqueciéndose”
(p. 114).
Así
que la salud mental parte del equilibrio de las funciones psíquicas, pero se
proyecta hacia los logros en el contexto de la relación social, trascendiendo
lo meramente conductual y fáctico, para recalcar la exigencia de un crecimiento
personal y un fruto en el entorno. También la salud mental es algo dinámico, no es un estado. Es decir,
es algo que se va haciendo, que se va logrando, conforme se logra la armonía
sobre las disonancias.
Por
otro lado, la salud mental tiene tres grandes condicionantes: la neurobiología,
la personalidad y los factores ambientales. Entre estos tres hay una marcada
interacción multidireccional, debido a que cada uno de ellos ejerce grados
variables de condicionamiento sobre la salud mental; y lo hacen en diferente
medida a lo largo del ciclo vital y en las distintas situaciones en las que se
encuentra la persona. El mismo Cabanyes en otro libro suyo, dice que “la salud
mental es el amónico equilibrio entre las diversas funciones psíquicas, que
permite una buena interacción y comunicación con los demás, y afrontar las
situaciones enriqueciendo y enriqueciéndose” (p. 73).
De
esta manera, es importante entender que la salud mental hace referencia a la
integridad y al adecuado funcionamiento de las capacidades cognitiva, afectiva,
ejecutiva y relacional del ser humano. Pero, ¿Qué es la enfermedad psíquica?: Se hace referencia al conjunto de
manifestaciones psíquicas perturbadoras de la vida de la persona o la de
quienes le rodean. Por tanto, la enfermedad psíquica viene definida por sus
consecuencias en la vida de las personas (La
salud mental en el mundo actual, p. 82). Por tanto, es clave entender que
la única manera de diagnosticar las enfermedades psíquicas, es por las consecuencias
que causan en quienes las padecen y/o en quienes les rodean. Pero si las
manifestaciones psíquicas de una persona no le causan problemas ni se los
causan a los demás, no es posible, en la actualidad, hablar de enfermedad
psíquica, porque la ausencia de indicadores objetivos de las enfermedades
psíquicas es una limitación para hacer el diagnostico, pero no lo hace
imposible o poco consistente.
En
las últimas décadas, ha habido grandes avances en el conocimiento de la
enfermedad psíquica, pero quedan aún bastantes cuestiones por resolver,
particularmente en torno a las causas. Sin embargo, existen tres grandes grupos
de factores causales: biológicos, psicológicos y sociales.
·
Factores biológicos: Representan las distintas variables
implicadas en el funcionamiento del sistema nervioso (neuronas, sinapsis,
circuitos, neurotransmisores, etc.), algunas de las cuales están genéticamente
condicionadas.
También se incluyen hechos o experiencias de la historia
personal o trayectoria biográfica de la persona. Quizá algunas experiencias son
comunes a otras personas, pero en su aspecto vivencial y subjetivo son
absolutamente personales y únicos.
· Factores sociales: Están constituidos por las variables
culturales, sociopolíticas, económicas y, muy especialmente, coyunturales del
entorno de cada persona: sistema de valores, mensajes sociales, modelos,
recursos y apoyos, educación, conflictividad, eventos, etc.
¿Somos
esclavos de nuestro pasado?
Es
evidente que las experiencias contribuyen a configurar nuestro modo de ser, es
decir, lo sucedido en el pasado tiene alguna relación con el presente. Sin
embargo, las experiencias no influyen del mismo modo ni de la misma manera en
todas las personas, porque no se trata de inferir un determinismo en el que se
sostenga que el ser humano está condicionado y determinado por su pasado o por
sus experiencias previas, hasta el punto de considerarle literalmente “esclavo
de su pasado” y ver en los sucesos tempranos toda o gran parte de la
explicación de su conducta presente. Por este motivo, pensamos que cada persona
desde su libertad y ámbito personal, vivencia sus distintas experiencias y, en
consecuencia, surgen también distintas causas que muchos llamamos “heridas”,
las cuales hacen referencia a un tema de aceptación y enfrentamiento de dichos
acontecimientos.
Además,
existen algunas diferencias individuales en cuanto al grado de vulnerabilidad,
las cuales marcan diferencias en la manera de ser de cada uno. Por ejemplo, la
capacidad de resistencia y recuperación frente a situaciones traumáticas, se le
llama resiliencia o capacidad resiliente. Este concepto está adquiriendo
interés, tanto con relación a situaciones traumáticas concretas, como en el
fomento de recursos de prevención y protección. De esta manera, las personas se
diferencian no sólo en las experiencias que tienen (vivencias), sino también en
el grado de “afectación” (resiliencia).
Ahora,
un tema importante en la historia del ser humano y también en su salud mental,
son los estilos y pautas educativas. Éstos tienen gran relevancia enforma
directa y sostenida en el proceso de configuración para percibir el mundo
durante períodos de especial sensibilidad. Así, las pautas educativas influyen
en el modo en el que el niño y, más tarde el adolescente, concibe el mundo y las
personas que le rodean; interpreta sus claves; encuentra un sentido al tiempo,
y adopta una actitud ante todo ello.
Sobre
el diagnóstico:
Domínguez
afirma que “no tiene discusión el enorme
valor nosológico y orientativo de los diagnósticos propuestos por el DSM y del
CIE-10, pero es necesario llamar la atención sobre el peligro cosificante que
puede ocasionar una mala interpretación de su contenido” (p. 165).
De
esta forma, las clasificaciones nosológicas buscan y pretenden otorgar un
diagnóstico preciso en los ámbitos médicos, por ejemplo. Pero en el ámbito de
la psicología, no es necesariamente tan eficaz, porque es importante entender
que los diagnósticos, aun buscando criterios científicos y objetivos, no dejan
de ser convenciones de grupos de personas que diseñan los manuales diagnósticos
y están sometidos a creencias subjetivas e influencias históricas, lo cual explica
el continuo cambio de consideración de ciertas patologías e, incluso, la
aparición o desaparición de algunas. Por eso es que en diversas épocas, las
patologías se presentaban sucesivamente e, incluso, estuvieron de moda, tales
como el histerismo, neurosis sexual, complejos de inferioridad, entre otros, hasta
llegar a la depresión o bipolaridad de nuestros días.
Domínguez
también hace énfasis en el hecho de tener una mirada integral y amplia del ser humano,
buscando la verdad sobre sí mismo. Sin embargo, no es extraño que en la medida en
que un psicoterapeuta está más cerrado o radical en la forma de profesar su
escuela o corriente de intervención, tenderá a encontrar aquello que está
preparado para encontrar, y verá sólo aquellas cosas que espera ver (Domínguez,
p. 167). Además, no podemos dejar de mencionar los esfuerzos en la psicología
contemporánea, porque la nosología no sólo es teórica, sino fenomenológica, es
decir, se encuentra más definida por criterios objetivos, como la estadística y
la genética. Por este motivo, se hace necesario evitar cosificar a la persona y
mirarla como ser humano desde una visión integral. Es decir, el hecho de mirar
a la persona como “un caso típico” o una “cosa dañada” es absolutamente
reductivo. A este respecto, el empleo sistemático de “etiquetas” pretendiendo con
ellas agotar la comprensión de la persona y su situación, supone una
despersonalización y una excusa justificada para que la persona afectada continúe
repitiendo su conducta inadecuada, disfuncional o patológica. Además, si sólo
se acude a la etiqueta nosológica, la persona quedaría enmascarada y no se
atenderían sus fortalezas, potencialidades, virtudes y capacidades positivas,
que son las que hay que favorecer para que se ponga en camino una existencia
plena y feliz.
Por
otro lado, los manuales son una herramienta, un instrumento para dar claridad
en el ámbito clínico y, no buscan otorgar una visión integral o total de la
persona. También, al interior de este contexto se puede comprender la
importancia de la tarea que nos corresponde desde la visión integral del ser
humano. Si bien la idea es evitar psicopatologizar a la persona, por otro lado
sabemos que hay patologías claras, es decir, hay cosas que no son normales y se
debe encontrar qué le sucede a la persona.
5. ¿Cómo lograr una Vida
Reconciliada?
5.1. ¿Qué es la vida?
El
término vida no siempre significa lo
mismo, es decir, no es unívoco, porque se habla de vida vegetal, animal,
humana, divina, intelectual, espiritual, afectiva, etc. Ahora, en el latín es
donde se encuentra el origen etimológico de la palabra vida. Concretamente procede del vocablo vita, que a su vez emana del término griego bios. De esta forma, “Bios
y Vita” significan vida.
No
obstante, el concepto vida es
abstracto y, en ocasiones se encuentra extraído o relacionado con vivir. Asimismo, este término se refiere
al conjunto de actividades realizadas por parte de seres humanos llamados “vivientes”
(Monge, Medicina Pastoral, p. 66).
Sabemos
que existe una enorme variedad de seres vivos, dese los que constan simplemente
de una sola célula, hasta aquellos que están bien formados, como es el caso del
organismo humano, por millones y millones de ellas. Sin embargo, el concepto vida no se aplica a un virus que crece
en un árbol o un caballo, porque los seres vivos están clasificados de acuerdo
con la complejidad de funciones que pueden ejercer, y usamos como punto de
referencia o vértice dirá Natalia López,
la vida biológica humana. Pero, ¿qué es lo propio de la vida humana? ¿Cuál es
la situación del hombre en el orden de los seres vivos?
Para
dar respuesta a las preguntas generadas con anterioridad, es importante decir
que cada ser humano, cada hombre, cada persona, tiene una vida humana, una biografía
y una historia personal que trasciende y que no puede ser reducida a su vida
meramente biológica. Debido a que sabemos que el hombre es unidad inseparable,
invitado a la trascendencia, a la perfección y a la felicidad y también reconocemos
al ser humano como un ser contingente, limitado, necesitado de alguien o de
otros; en ese contexto lo reconocemos como criatura divina, como hijo de Dios,
creado a imagen y semejanza del creador e invitado a participar de la
naturaleza divina. Es decir, está invitado “a ser como Dios”, en el sentido de
plenificar su vida, amando y sirviendo. Está invitado a vivir feliz en el amor
y la donación a los demás, y para fomentar la capacidad de actuar como persona,
deberá alcanzar un proceso temporal psíquico-orgánico, en un desarrollo físico,
desde la concepción hasta la muerte, y aunque, en distintos momentos y
situaciones de su vida no está capacitado para actuar como persona, no deja por
eso de serlo.
Enrique
Rojas en su libro La Ilusión de vivir,
dice que toda vida es una promesa y
un misterio. Promesa, en tanto que
posibilidad de llegar algún día a alcanzar ciertas metas, de acuerdo con las
posibilidades que cada uno presenta: tratar de sacar lo mejor, esperar
resultados, y en una palabra, aprender a ver lo que el futuro nos va deparando.
Mientras que el Misterio representa cualquier trayectoria biográfica que está
repleta de ángulos, laderas, vertientes, zonas intransitables que son difíciles
de comprender en su totalidad, y que van dejando un cierto rastro de nexos -a
veces deshilachados- con escasa continuidad (p. 23, 24).
Por
último, en la actualidad se logra apreciar muchas personas “rotas” e infelices.
Hoy vemos mucha gente triste, ansiosa, deprimida e infeliz, y nuestra sociedad
actual, dice Rojas, está neurótica, está psicológicamente enferma, lo cual no
quiere decir que no existan muchas cosas buenas, positivas y enriquecedoras.
5.2 ¿Qué es la Reconciliación?
Iniciemos
planteando algunos interrogantes para desarrollar el tema de la reconciliación:
¿Por qué hablar de reconciliación? ¿Por qué
es importante vivir la reconciliación?
La
palabra reconciliación nos remite inmediatamente a quien es capaz de recomponer
lo quebrado. La reconciliación con Dios es la primera, se podría decir que es
la fundamental y fondal. De ella surgen los otros niveles de reconciliación:
con uno mismo, con los demás y con la naturaleza o con el mundo también se
dice.
La
reconciliación supone, en primer lugar, superar la radical ruptura que es el
pecado, origen y raíz del mal y conflicto en el mundo. Posteriormente, si nos
miramos a nosotros mismos, nos vamos a dar cuenta que somos seres contingentes
y limitados. También vamos a descubrir que por más que anhelamos estar cerca de
Dios, hacer las cosas bien, estamos “rotos”, partidos. Es, decir, en palabras
de San Pablo: “No hacemos el bien que queremos. Hacemos el mal que no
queremos”. De esta manera, Tú y yo vivimos la ruptura y es por ello que
necesitamos reconciliarnos. Se trata entonces de reunir lo separado para
recomponerlo y, en vista de que el hombre vive alienado, despersonalizado,
enajenado y fuera de sí, el mundo vive una crisis de valores. Así que por
debajo de los males y conflictos de la sociedad, hay una herida profunda y
fundamental en el hombre mismo, origen de toda ruptura: el pecado. Esa es la
ruptura central y fundamental que tiene que ser sanada y reconciliada. Además,
la tarea de los psicólogos consiste en ayudar a sanar y reconciliar las heridas
emocionales, afectivas, psicológicas, psico-espirituales, de manera que el hombre
se abra a vivir una existencia libre, virtuosa y reconciliada.
5.3 Vida Reconciliada:
Todo
ser humano está invitado a abrirse al don de la reconciliación en su vida; toda
persona está invitada a una vida feliz y reconciliada, porque somos seres para
el amor, para el encuentro y la comunicación profunda. Por lo que no somos seres
para la muerte y el odio, sino que estamos invitados a avanzar en nuestra
aceptación y reconciliación personal. Así que dedicamos toda la vida a buscar
la felicidad y no siempre se encuentra, debido a que, en ocasiones el hombre se
equivoca de camino, e incluso podríamos decir que arrastra errores del pasado,
heridas no sanadas, hechos no aceptados y no reconciliados.
Cuando
la salud mental hace referencia “al equilibrio armónico entre las diferentes
funciones psíquicas”, se está refiriendo a que el hombre o la persona, viva una
existencia sana y reconciliada. Para ello es fundamental el conocimiento
personal, así como el trabajo en la reconciliación de su vida y de su historia
personal. También la salud mental hace referencia a la integridad y adecuado
funcionamiento de las capacidades cognitiva, afectiva, ejecutiva y relacional
del ser humano. Por medio de la capacidad cognitiva, la persona conoce y juzga
el mundo que lo rodea; por medio de la capacidad afectiva, introduce emociones
en su vida convirtiéndolas en auténticas vivencias; la capacidad ejecutiva es
la que permite llevar a cabo una acción de acuerdo con lo que se conoce y las
vivencias que se tiene; la capacidad relacional aporta recursos y estrategias
para moverse adecuadamente en el ámbito social.
Cabanyes,
en su libro La salud mental en el mundo
actual, dice que: “La integridad y normal funcionamiento de todas estas
capacidades no solo hace referencia a la salud mental, sino que tiene
consecuencias directas sobre una característica esencial y definitoria del ser
humano: la libertad”. (p. 74).
De
esta manera, en el Centro Areté tenemos una oración dirigida a uno de nuestros
santos patrones: “Pablo de Tarso” que dice que interceda por nosotros para que
podamos avanzar en el noble combate por vivir una existencia virtuosa. Es
decir, una existencia virtuosa implica una vida que busque la reconciliación
consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y el creador. Está es una tarea
de toda la vida; para cualquier ser humano. Para el psicólogo, para el
psiquiatra, para el paciente o asesorado, para toda persona humana.
Ahora
bien, el hecho de que hablemos de la virtud y de la reconciliación no significa
que seamos los más virtuosos y reconciliados; quiere decir que todos los días
renovamos lo que decimos en la oración; que la existencia virtuosa se construye
en el día a día, es una lucha, un combate, una aventura; implica un esfuerzo
diario y cotidiano. Es un camino incluso con muchas caídas puesto que somos
débiles y frágiles. La actitud areteica y virtuosa es levantarse una y otra
vez; pedir perdón, aceptar con humildad nuestros defectos y seguir corriendo,
seguir avanzando en el noble combate del cual nos habla San Pablo.
6. Conclusiones:
El
psicólogo, el orientador familiar, el consejero espiritual, el docente, el
animador de una comunidad, el psiquiatra, todos nosotros estamos invitados a
vivir una existencia sana, virtuosa y reconciliada, para garantizarla salud
mental, la cual posibilita una vida reconciliada. Además, y el hecho de esforzarnos
por vivir la reconciliación en nuestras existencias, nos conduce a la salud
mental.
La
salud mental y la vida reconciliada implican madurez psicológica, la cual nos llevará
a una vida madura y feliz.En la medida en que cada uno de nosotros viva una existencia
sana y reconciliada, vamos a poder transmitir salud mental y vida reconciliada.
También nos convertiremos por gracia de Dios en antorchas vivas de amor, virtud
y reconciliación.
“La madurez psicológica supone, en
primer lugar, lograr el máximo desarrollo de las facultades psíquicas, mediante
la acción externa o conducta y la acción interna de esas facultades. Supone, en
segundo lugar, lograr el orden o conjunción, o, como se acaba de decir más
arriba, el equilibrio o armonía entre todas esas facultades, lo que el
humanismo clásico denominó armonía del alma.”
(Sarrías, Madurez Psicológica y Felicidad, p. 27).
Humberto
Del Castillo Drago
Sodálite
Psicólogo
Director General de Areté