lunes, 25 de julio de 2016

El conocimiento y la recta valoración personal




La persona humana va a encontrar la felicidad y libertad en la medida en que posea una recta valoración de sí mismo, pero esto implica saber responder primero a la pregunta ¿quién soy? junto con esto, también es importante encontrar el sentido o el fin de su vida, es decir, ¿para qué existo? Responder a estas preguntas conduce a encontrar su lugar en el mundo y a vivir en coherencia con ello; también se relaciona con encontrar la propia vocación como hijo e hija de Dios que es, en últimas, el lugar y misión que tiene dentro del Plan de Dios.

Pero, ¿Qué es la vocación? Comúnmente se suele confundir vocación con profesión, siendo cosas diferentes porque, se puede desde una misma vocación, desempeñarse en distintos oficios, roles o profesiones. La vocación, según Aguiló (2009) incluye todo lo que la persona se ve llamado a hacer, lo que le da sentido a su vida. Es el llamado que Dios le hace, un llamado a ocupar un lugar, un puesto que no puede ocupar nunca otro. En este contexto, resulta clave el conocimiento personal, conocerse auténticamente e integralmente. Y para esto, no basta con saber solamente una lista de defectos y virtudes.

En la medida en que uno se conozca, se va encontrando consigo mismo. Esto es similar al hecho de verse al espejo: si en principio está sucio y polvoriento, se puede ver la imagen completa, pero de manera algo distorsionada. Al limpiarlo, poco a poco se puede ver auténticamente la imagen real; provocando una aceptación de la persona tal cual es, para así poder valorarse auténticamente para encontrar el sentido de su existencia.

En el tema de la recta valoración de sí mismo es importante también la valoración que el Ser humano recibe de los demás, relacionada, por ejemplo, con las amistades que tiene; el lugar que se ocupa en la familia o entre el grupo de amigos; si se encuentra sentido a su trabajo; si los demás valoran lo que hace en el grupo de referencia o trabajo. En síntesis, si la familia o amigos le valoran, es más fácil para él valorarse.

Psi. Humberto Del Castillo Drago
Sodálite
Director General de Areté

viernes, 22 de julio de 2016

La Tolerancia de los intolerantes

Manos, Amistad, Amigos, Niños, Diversión, La Felicidad
Hay entre nosotros una palabra, un valor que está muy de moda; esté es la llamada “Tolerancia”.  Es por eso que el día de hoy quiero dedicarle un espacio para conocer, profundizar y reflexionar sobre dicho concepto. Esto lo hago incluso por curiosidad de saber exactamente qué significa este término tan popular en nuestra sociedad hodierna, también lo hago porque no es raro ver por diversos ámbitos cierta incoherencia en distintas personas que invocan la tolerancia siendo ellos mismos intolerantes. Por eso el título del presente artículo.

¿Que es la Tolerancia?

Hay quienes afirman que es uno de los valores más respetados de nuestra sociedad actual y que guarda relación con la aceptación de aquellas personas, situaciones o cosas que se alejan de lo que cada persona posee o considera dentro de sus creencias.

Tolerancia proviene del latín “tolerare”, la que se traduce al español como “sostener”, o bien, “soportar”.

Sin embargo sabemos que “Tolerar” va más allá de soportar y está más relacionado con la aceptación de algo con lo que no se está de acuerdo o que no se adecua a mis creencias o valores. Me parece fundamental recordar que aceptar es admitir y asumir que algo se ha dado, que algo es, que algo ocurre o ha ocurrido. Aceptar no es estar de acuerdo. Aceptar efectivamente va más allá de lo moral. Aceptar es reconocer que algo es o algo pasó, más allá de que me guste o no, más allá de que me parezca o no, esté de acuerdo o no. Es, pasó, sucedió, se da, se dio, existe, o no se dio, o se dio de esta manera, etc. 

Tal como se plantea hoy en día la tolerancia se convierte en un valor que nos permite convivir con personas de diferentes creencias, doctrinas, religiones y culturas. Es la que nos permite vivir en armonía con personas muy distintas.
Me parece muy interesante relacionar y entender que la tolerancia es aceptar incondicionalmente al otro incluso más allá de que sea distinto a mi persona, tenga creencias o valores diferentes, etc.

Pienso que estamos invitados a valorar a cada ser humano como un ser único e irrepetible, como un don para el mundo. De esa manera vamos a celebrar las diferencias, puesto que entendemos que cada ser humano es valioso porque ha sido creado con una dignidad de persona humana, invitada a la felicidad y a realización personal en una misión trascendente.

Me parece interesante nutrir “La Tolerancia” no solamente de otros valores sino sobre otras virtudes que nos conducen a buscar el bien y la verdad de nosotros mismos. Tales como por ejemplo; la caridad, la reverencia, la fe y la esperanza. Digo esto puesto que no podemos correr el riesgo de relativizar el bien o la verdad sobre el Ser Humano. No se trata solo de soportar o aguantar. Pienso que tampoco es negar nuestra jerarquía de valores o nuestros principios morales. Se trata de aceptar al otro incondicionalmente. Se trata de aceptar la realidad y el momento presente, consciente de que es lo único que nos pertenece; sólo en este medio nos podemos plantear actos libres; sólo en el instante presente establecemos un auténtico contacto con la realidad.

Para concluir hay que decir que “Tolerar” no significa estar de acuerdo, significa asumir y admitir que una realidad es. En ese contexto se señala lo importante que es abrirse a distintas realidades buscando la verdad del Ser Humano por tanto no hay que tener miedo a pensar distinto, a disentir o a tener otras opiniones. “Tolerar” no significa decir las cosas por miedo o quedarse callado. Que la famosa tolerancia no nos quite la conciencia de ser levadura en la masa, signo de contradicción en nuestra sociedad contemporánea. 



Psi. Humberto Del Castillo Drago
Sodálite
Director General de Areté