viernes, 19 de diciembre de 2014

La Celebración del Año Nuevo


1. Introducción:
Estamos a pocos días de concluir un año y empezar otro. Son muchos los que corren para terminar informes, preparar planes y presupuestos y en general para cerrar el año y preparar el próximo, por lo menos en cuánto a objetivos, metas e incluso flujos de caja. No es raro para muchos que sean días también de comprar regalos, ropa y preparar la celebración de Navidad pero también la celebración del año nuevo. También es importante decir que para la mayoría son días de cambio de actividad, de vacaciones, de viajes y paseos y de compartir con la familia. Queramos o no el ritmo cambia y se pasa del stress del fin del año a la calma del inicio de otro año. Por medio del presente  quiero  aproximarme a lo que significa terminar un año y empezar otro con las bendiciones y dones regalados por el Creador.

2. El Año Nuevo:
Sabemos todos que el año nuevo occidental empieza el 1 de Enero, siguiendo el calendario gregoriano, que fue instaurado por el papa Gregorio XIII en 1582, y que hoy se utiliza en la mayoría de los países del mundo. Haciendo un poco de historia hay que recordar que el calendario romano comenzaba el primer día del mes de marzo. Sin embargo, era en el mes de enero (el undécimo mes) cuando los cónsules de la Antigua Roma asumían el gobierno, por eso Julio César, en el año 47 a. C., modificó el sistema, y creó el calendario juliano que, con algunas modificaciones realizadas en tiempos del cónsul Marco Antonio en 44 a. C., el emperador Augusto César en 8 a. C. y finalmente por el papa Gregorio XIII en 1582, se utiliza hasta hoy. En éste el año comienza el día 1 de enero. Posteriormente, el calendario gregoriano mantuvo la costumbre, y la celebración se caracterizó con un significado religioso durante la Edad Media y los siglos posteriores. Al expandirse la cultura occidental, el 1 de Enero se ha convertido en la fecha de carácter universal, incluso en países con sus propias celebraciones de Año nuevo, como China por ejemplo. En la actualidad, la celebración de Año Nuevo es una de las principales celebraciones en el mundo.

3. La Celebración del Año Nuevo:
Hoy en día se celebra en todos los rincones del mundo el nuevo año. Todos celebramos de una manera u otra el advenimiento del nuevo año. Es impresionante la fuerza que ha ido cogiendo está celebración; no resulta ocioso decir que el consumismo de nuestra sociedad actual  prácticamente ha impuesto por doquier la celebración de la que venimos hablando. Se realizan grandes eventos, actividades y fiestas en las principales ciudades  durante la noche vieja y se espera las 12 para dar la bienvenida al nuevo año siendo acompañados con grandes juegos de pirotecnia y muchas otras tradiciones según los distintos países y culturas. Mientras en Sídney por ejemplo se lanzan a medianoche más de 80.000 fuegos de artificio ante más de un millón y medio de asistentes, y en Valparaíso (Chile) reciben a más de dos millones de visitantes para presenciar la pirotecnia más extensa del mundo a lo largo de 30 kilómetros de fuegos de artificio sobre toda la bahía; son apenas dos ejemplos de todo lo que hace en el mundo en la noche del 31 de Diciembre y madrugada del 1 de Enero.

4. ¿Qué celebramos en Año Nuevo?
Está pregunta resulta importante en medio de tanta bulla, ruido, algarabía, alegría, tristeza, compartir familiar, licor, regalos, rumba, música, fiesta, drogas, viajes, paseos, descanso, vacaciones, desenfreno sexual, accidentes de tráfico entre otros. No intento dar una clase de moral o ética respeto de la celebración del año nuevo. Consideramos que cada quién podrá tomar sus decisiones desde su principios y valores, desde su reflexión y desde lo que quiere finalmente hacer o no hacer en estos días.  Pero qué ¿Celebramos en Año Nuevo? Sabemos ¿Qué celebramos? O simplemente “Celebramos”. ¿Por qué celebramos?  Y ¿Qué celebramos?, nuevamente.  

Desde una mirada trascendente de la vida considero que son muchos los que celebran que Dios les regala un nuevo año, un año que se espera sea de muchos dones, desafíos, retos, aventuras, bendiciones y regalos de Dios. Otros seguramente esperan que el nuevo año sea mejor que el que está acabando y es que en el corazón del hombre está inscrito ese anhelo, esa nostalgia de avanzar, crecer, ese hambre de infinito y reconciliación. Habrá quienes intentarán olvidar las penas y malos momentos de los días pasados en la celebración del 31.

Considero importante en estos días reflexionar en primer lugar sobre  todo lo bueno que me ha pasado en el año que termina, son muchos dones, muchas bendiciones, muchos regalos; pero como todo en la vida seguramente también hay cosas por mejor, cosas no tan buenas o podríamos decir malas o malucas y esas cosas son las segundas cosas que hay que mirar. No hay que tener miedo de hacer un balance del año, no hay que tener miedo de pensar en hacer una evaluación personal, ¿Avance o no?, ¿Crecí o no?, ¿Qué me deja el año que se va? La invitación es a realizar un balance o evaluación personal desde una mirada objetiva, positiva e integral de mi año y de mi vida. No es raro que haya quienes miran solo lo negativo o lo malo, y es que eso a veces es lo más fácil. Se trata de ser objetivos y realistas. Se trata de abrirnos a la verdad de nosotros mismos y de nuestra vida. Se trata de abrirnos a la verdad del año que se va. Estamos invitados a ver nuestro año con reverencia. Mi amigo Oscar Tokumura en su nuevo libro”Dios en tu vida cotidiana” dice que “la reverencia en su sentido más pleno supone ver la realidad con los ojos del Señor Jesús y comprenderla en todo su misterio y profundidad, tomando los detalles más pequeños en clave simbólica, como quien mira la punta de un iceberg que revela la presencia de algo mucho más grande no perceptible a simple vista”. (Pág. 63)

Al realizar el balance o evaluación seguramente daremos gracias al Creador por todo lo que nos regaló y les daremos gracias también a todas las personas que nos ayudaron, que nos sirvieron, que obraron el bien con nosotros.
Por otro lado tomaremos resoluciones y compromisos o nos trazaremos nuevas metas y objetivos con la idea de mejorar, cambiar, de dar pasos importantes en nuestras vidas para seguir desarrollándonos integralmente como personas de bien. Esté momento también es sumamente importante puesto que deseamos construir una existencia virtuosa que ayude a muchas personas a encontrar el sentido de su vida.

Además de formular metas y compromisos considero que es importante aceptar lo malo que hicimos o lo que no hicimos y si es necesario pedir perdón e incluso perdonar si es el caso. Una condición importante para cambiar y mejorar es aceptar esas conductas o comportamientos, esas situaciones, esos defectos, esos criterios y emociones que nos atan o esclavizan.

5. Conclusión:
Se trata de empezar el año con una actitud de agradecimiento por todo lo recibido y realizado, también con un deseo de mejorar y crecer. No podemos empezar el año sin “Un fin en la Mente” como dice Stephen Covey.  “Empezar con un fin en mente significa comenzar con una clara comprensión de su destino. Significa saber adónde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta. Resulta increíblemente fácil caer en la trampa de la actividad, en el ajetreo de la vida, trabajar cada vez más para trepar por la escalera del éxito, y descubrir finalmente que está apoyada en la pared equivocada. Es posible estar atareado-muy atareado-sin ser muy efectivo”. ( Los 7 Hábitos de la gente altamente efectiva. Pág. 113. S.Covey)

Que esté fin de año podamos encontrarnos con nosotros mismos  y con el Señor de nuestra historia, de manera que podamos renovarnos en nuestros deseos de dar gloria a Dios con todas nuestras vidas.

¡FELIZ AÑO NUEVO, QUE DIOS LO COLME DE MUCHAS BENDICIONES!

Humberto Del Castillo Drago
Sodálite
Psicólogo
Director General de Areté




miércoles, 17 de diciembre de 2014

Los Regalos en Navidad

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1. Del Adviento a la Navidad:

La Iglesia madre y maestra quiso  poner en el año litúrgico un tiempo de preparación para el tiempo de la navidad; dicho tiempo se llama adviento. Efectivamente 4 semanas antes de la celebración de la navidad los católicos tenemos un tiempo previo que nos sirve como preparación espiritual para la celebración del nacimiento del Niño Dios.

Somos conscientes e incluso podría resultar trillado hablar de lo descristianizado que está la navidad en nuestros días. ¡Y es cierto! Nos moleste o no; constatamos que hoy por hoy muchas personas viven de espaldas a Dios, ignorando muchas veces la verdad del Evangelio. Y es que los mismos cristianos y católicos nos hemos acostumbrado a vivir una fe ligera, light, de poco compromiso y de mucha tibieza e ignorancia. Es en ese contexto donde no es raro que en nuestras vidas y existencias pasen distintos hechos y acontecimientos bastantes desapercibidos o incluso podríamos decir suceden cosas a nuestro alrededor que no entendemos o incluso los interpretamos de manera inadecuada y subjetivista.

Definitivamente eso pasa con el Adviento y la Navidad. No se entiende el real sentido de los mismos y lo que es más, muchas veces ni nos interesa. Lo que celebramos en Navidad es la Encarnación del Hijo de Dios y su nacimiento del seno de María Virgen. “Nos alegramos de la presencia del Señor entre nosotros, y procuramos vivir esta celebración de fe sobre todo con nuestras familias y personas más cercanas”. (Camino hacia Dios No. 238)

La Navidad recobrará el sentido en la vida de los hombres, en la medida que cada persona entienda el sentido de Dios en su vida, y por tanto que la segunda persona de la Santísima Trinidad que se hace hijo de mujer. (Ga 4, 4).

2. ¿Por qué celebramos la Navidad?

 La Navidad coincide con el fin del año para el mundo occidental, eso quiere decir que muchos aprovechamos para descansar, salir de viaje o  tomar vacaciones. Definitivamente hay un cambio de actividad, por lo menos por unos días e incluso podríamos decir dependiendo de los distintos calendarios y geografías. Constatamos que el tiempo de Navidad y Fin de año es un tiempo de celebración, de fiesta, de compartir en familia y como digo tiempo en los que muchos descansan, incluso para los que trabajan los días previos a navidad hasta el 24 luego ya vienen unos días de descanso y renovación.

Es en ese contexto en donde no es raro que pase desapercibido el sentido de la Navidad, claro está que eso depende de la vivencia de cada persona y familia. Sí vamos al real sentido de la Navidad es claro descubrir que estamos ante una celebración cristiana que hay que recuperar y en la que los católicos estamos invitados a evangelizar a tiempo y a destiempo como dice San Pablo. Es  un tiempo de compartir, pasear, buscar a familiares y amigos, de comprar regalos y nada de eso está mal en sí mismo. Hay quienes aprovechan para realizar algunos apostolados u obras de caridad, incluso hay grupos de católicos que se van de misiones o se preocupan de celebrar la navidad con niños, ancianos o familias pobres. Todos esos son esfuerzos por vivir la navidad de manera autentica y sincera. Son esfuerzos por abrir el corazón al Niño Dios que llega a transformar nuestras vidas. La invitación es que cada ser humano celebre la navidad abriendo su mente, corazón, su existencia toda a quien es el camino, la verdad y la vida. (Jn 14, 6)

En Navidad celebramos que Dios viene al mundo como don de reconciliación, nos trae la posibilidad de cambiar de vida, viene a reconciliarnos y a mostrarnos el camino de la felicidad autentica y trascendente.

3. Los Regalos en Navidad:

Sí vamos a uno de los recuerdos más remotos en nuestras primeras celebraciones navideñas todos vamos a recordar que de niños muchos de nosotros ansiábamos la llegada de la navidad por los regalos. Recuerdo yo que de niño mi madre me decía que le haga la carta a Papá Noel o al Niño Dios pidiéndole los regalos que nos iban a traer en la noche buena. Recuerdo que celebraba y me llamaba mucho la atención la coincidencia entre lo que pedía y lo que me llegaba. Y así cada quien puede contar distintas historias sobre su experiencia con los regalos en Navidad. Son muchas historias, muchas anécdotas incluso podríamos decir muchas tradiciones. Hay países donde los regalos se dan en torno al 6 de Enero día en el que la Iglesia celebra la Epifanía o bajada de reyes.

Ahora de adultos participamos de intercambio de regalos, amigos secretos o damos regalos a nuestros familiares o amigos más cercanos o incluso desde los lugares donde trabajamos damos y recibimos regalos o algunos beneficios económicos. Ante todo esto nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿Cuál es el sentido cristiano de los regalos en Navidad? ¿Por qué damos regalos en Navidad?

En Navidad entregamos un obsequio, un presente, un detalle decimos en Colombia. ¿Por qué? ¿Qué queremos expresar?

Al entregar un regalo u obsequio a alguien le estoy dando un mensaje concreto y particular. Es un mensaje de estima personal, de aprecio, de valoración, generosidad y amor. Efectivamente el regalo es expresión de simpatía y cariño que se hace de forma gratuita sin necesariamente esperar algo a cambio. Un regalo es un don, una dádiva, es decir mediante el regalo estoy entregando algo significativo a alguien que quiero, aprecio y valoro. Ese regalo nos recuerda a quién es el gran regalo en nuestras existencias: Cristo Jesús. Es por esto que el regalo está en el centro de nuestras celebraciones cristianas; “Recordamos el don que dio inicio y da sentido a la Navidad: Dios que se hizo regalo para los hombres, asumiendo nuestra humanidad para darnos con amor gratuito e infinito la reconciliación.” (Camino Hacia Dios No. 238)

Cuándo le regalo algo a alguien en Navidad estoy recordando que el Niño Dios es el mejor regalo que he recibido en mi vida. Los regalos en Navidad me recuerdan el Don de Dios en mi vida y las innumerables bendiciones que recibo a lo largo de mi existencia.

Al regalar distintas cosas en Navidad o intercambiar regalos le digo al otro que es importante para mí, que lo quiero y  lo valoro y que estoy dispuesto a ser su amigo, lo reconozco como hermano; único e irrepetible y le expreso que me quiero donar a él a través del servicio cotidiano. Y es que esto último es lo más importante: amar y servir a todos los que me rodean. Por todo ello doy regalos en Navidad.

4. ¿Qué voy a regalar en Navidad?

¿Qué sucede si no tengo recursos o plata para dar regalos en Navidad?

¿Qué sucede sino le puedo dar regalos a  todos los que quisiera? 

¿Qué tan importantes son los regalos en Navidad?

Por todo lo dicho en el anterior punto hay que  insistir que lo más importante es la donación, entrega y servicio al otro. El regalo es un detalle, un gesto. Es obvio que hay muchos gestos de servicio,  entrega y apostolado que son grandes regalos para todos los que nos rodean. El ser humano, tú amigo, tu hermana, tú novio, tú enamorada no necesita solamente que le des un buen regalo o detalle en está navidad, sobretodo necesita que lo ames libremente, que lo escuches, que lo comprendas, que estés a su lado en las buenas y en la malas. El ser humano  hoy en día necesita ser escuchado, ser acogido. Todos los hombres necesitamos palabras de aliento. Todas las personas necesitamos amar y ser amados.

Todos los hombres necesitamos descubrir el sentido de nuestra vida. Hoy en la mañana conversaba con un joven de 16 años que me compartía que hace como dos meses comenzó a tener algunas ideaciones suicidas y todo esto porque no encuentra el sentido de su vida en un proyecto personal que lo realice y lo motive. Son muchos los que necesitan en está navidad y durante todos los días del año que le anunciemos que Navidad es Jesús y que vale la pena vivir una existencia virtuosa y entregada sirviendo y ayudando a los demás.

Que está Navidad puedas entregar muchos regalos y dones pero que sobretodo regales al mejor de los dones y que puedas recibir muchos presentes pero sobretodo te abras a recibir al más grande don: el Niño Dios que se hace hombre.

¡Feliz Navidad!

Humberto Del Castillo Drago
Sodálite
Psicólogo

Director General de Areté

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Qué es el Desarrollo Humano Integral?


Como católicos, junto con toda la Iglesia: “Cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre”. (Caritas in Veritas No. 11)

El Desarrollo Integral no se agota en actividades de asistencia o educación, sino que manifiesta toda su propia capacidad de servicio a la promoción del hombre y la fraternidad universal cuando puede contar con un régimen de libertad.

La Caritas in veritate sigue afirmando: “El auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones”.

El hombre no se desarrolla únicamente con sus propias fuerzas, así como no se le puede dar sin más el desarrollo desde fuera. En realidad, las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos.

Este desarrollo exige además una visión trascendente de la persona, necesita a Dios: sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado.

Por lo demás, sólo el encuentro con Dios permite no «ver siempre en el prójimo solamente al otro», sino reconocer en él la imagen divina, llegando así a descubrir verdaderamente al otro y a madurar un amor que «es ocuparse del otro y preocuparse por el otro» (Caritas in Veritate).

El desarrollo integral, entendido como proceso dinámico por el cual cada persona, toda la persona y todas las personas pasan de condiciones de vida menos humanas a condiciones cada vez más humanas, justas e igualitarias, supone una determinada concepción de persona humana y de sociedad:
La persona como ser perfectible y la sociedad constituida sobre el fundamento de la interdependencia o la solidaridad, como expresión de la naturaleza social del ser humano. No tiene límite ni punto de llegada, pues siempre hay algo más en su horizonte, siempre hay algo nuevo por hacer florecer o perfeccionar en toda persona y en toda comunidad. Este perfeccionamiento es fundamentalmente crecimiento en el ser y en segundo lugar, en el tener o en el saber.

Hoy, crecimiento en el ser se entiende como mayor conciencia de la propia dignidad y de los derechos y deberes humanos. El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico, pues para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a cada hombre, a todos los hombres y a todo el hombre (Cfr. Populorum Progressio 14).
El Desarrollo Integral del ser humano implica cada una de sus dimensiones: cuerpo y alma,  y espíritu. Para efectos de esta conferencia y desde una visión integral de la persona, el Desarrrollo integral implica formar y educar a la persona en cada una de sus dimensiones y áreas.

HUMBERTO DEL CASTILLO DRAGO
Sodálite
Psicólogo

Director General de Areté

martes, 9 de diciembre de 2014

¿Cómo lograr una Vida Reconciliada?

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¿Qué es la vida?

El término vida no siempre significa lo mismo, es decir, no es unívoco, porque se habla de vida vegetal, animal, humana, divina, intelectual, espiritual, afectiva, etc. Ahora, en el latín es donde se encuentra el origen etimológico de la palabra vida. Concretamente procede del vocablo vita, que a su vez emana del término griego bios. De esta forma, “Bios y Vita” significan vida.

No obstante, el concepto vida es abstracto y, en ocasiones se encuentra extraído o relacionado con vivir. Asimismo, este término se refiere al conjunto de actividades realizadas por parte de seres humanos llamados “vivientes” (Monge, Medicina Pastoral, p. 66).

Sabemos que existe una enorme variedad de seres vivos, dese los que constan simplemente de una sola célula, hasta aquellos que están bien formados, como es el caso del organismo humano, por millones y millones de ellas. Sin embargo, el concepto vida no se aplica a un virus que crece en un árbol o un caballo, porque los seres vivos están clasificados de acuerdo con la complejidad de funciones que pueden ejercer, y usamos como punto de referencia o vértice dirá Natalia López, la vida biológica humana. Pero, ¿qué es lo propio de la vida humana? ¿cuál es la situación del hombre en el orden de los seres vivos?

Para dar respuesta a las preguntas generadas con anterioridad, es importante decir que cada ser humano, cada hombre, cada persona, tiene una vida humana, una biografía y una historia personal que trasciende y que no puede ser reducida a su vida meramente biológica. Debido a que sabemos que el hombre es unidad inseparable, invitado a la trascendencia, a la perfección y a la felicidad y también reconocemos al ser humano como un ser contingente, limitado, necesitado de alguien o de otros; en ese contexto lo reconocemos como criatura divina, como hijo de Dios, creado a imagen y semejanza del creador e invitado a participar de la naturaleza divina. Es decir, está invitado “a ser como Dios”, en el sentido de plenificar su vida, amando y sirviendo. Está invitado a vivir feliz en el amor y la donación a los demás, y para fomentar la capacidad de actuar como persona, deberá alcanzar un proceso temporal psíquico-orgánico, en un desarrollo físico, desde la concepción hasta la muerte, y aunque, en distintos momentos y situaciones de su vida no está capacitado para actuar como persona, no deja por eso de serlo.

Enrique Rojas en su libro La Ilusión de vivir, dice que toda vida es una promesa y un misterio. Promesa, en tanto que posibilidad de llegar algún día a alcanzar ciertas metas, de acuerdo con las posibilidades que cada uno presenta: tratar de sacar lo mejor, esperar resultados, y en una palabra, aprender a ver lo que el futuro nos va deparando. Mientras que el Misterio representa cualquier trayectoria biográfica que está repleta de ángulos, laderas, vertientes, zonas intransitables que son difíciles de comprender en su totalidad, y que van dejando un cierto rastro de nexos -a veces deshilachados- con escasa continuidad (p. 23, 24).

Por último, en la actualidad se logra apreciar muchas personas “rotas” e infelices. Hoy vemos mucha gente triste, ansiosa, deprimida e infeliz, y nuestra sociedad actual, dice Rojas, está neurótica, está psicológicamente enferma, lo cual no quiere decir que no existan muchas cosas buenas, positivas y enriquecedoras.

¿Qué es la Reconciliación?

Iniciemos planteando algunos interrogantes para desarrollar el tema de la reconciliación: ¿Por qué hablar de reconciliación? ¿Por qué  es importante vivir la reconciliación?

La palabra reconciliación nos remite inmediatamente a quien es capaz de recomponer lo quebrado. La reconciliación con Dios es la primera, se podría decir que es la fundamental y fondal. De ella surgen los otros niveles de reconciliación: con uno mismo, con los demás y con la naturaleza o con el mundo también se dice.

La reconciliación supone, en primer lugar, superar la radical ruptura que es el pecado, origen y raíz del mal y conflicto en el mundo. Posteriormente, si nos miramos a nosotros mismos, nos vamos a dar cuenta que somos seres contingentes y limitados. También vamos a descubrir que por más que anhelamos estar cerca de Dios, hacer las cosas bien, estamos “rotos”, partidos. Es, decir, en palabras de San Pablo: “No hacemos el bien que queremos. Hacemos el mal que no queremos”. De esta manera, Tú y yo vivimos la ruptura y es por ello que necesitamos reconciliarnos. Se trata entonces de reunir lo separado para recomponerlo y, en vista de que el hombre vive alienado, despersonalizado, enajenado y fuera de sí, el mundo vive una crisis de valores. Así que por debajo de los males y conflictos de la sociedad, hay una herida profunda y fundamental en el hombre mismo, origen de toda ruptura: el pecado. Esa es la ruptura central y fundamental que tiene que ser sanada y reconciliada. Además, la tarea de los psicólogos consiste en ayudar a sanar y reconciliar las heridas emocionales, afectivas, psicológicas, psico-espirituales, de manera que el hombre se abra a vivir una existencia libre, virtuosa y reconciliada.

Vida Reconciliada:

Todo ser humano está invitado a abrirse al don de la reconciliación en su vida; toda persona está invitada a una vida feliz y reconciliada, porque somos seres para el amor, para el encuentro y la comunicación profunda. Por lo que no somos seres para la muerte y el odio, sino que estamos invitados a avanzar en nuestra aceptación y reconciliación personal. Así que dedicamos toda la vida a buscar la felicidad y no siempre se encuentra, debido a que, en ocasiones el hombre se equivoca de camino, e incluso podríamos decir que arrastra errores del pasado, heridas no sanadas, hechos no aceptados y no reconciliados.

Cuando la salud mental hace referencia “al equilibrio armónico entre las diferentes funciones psíquicas”, se está refiriendo a que el hombre o la persona, viva una existencia sana y reconciliada. Para ello es fundamental el conocimiento personal, así como el trabajo en la reconciliación de su vida y de su historia personal. También la salud mental hace referencia a la integridad y adecuado funcionamiento de las capacidades cognitiva, afectiva, ejecutiva y relacional del ser humano. Por medio de la capacidad cognitiva, la persona conoce y juzga el mundo que lo rodea; por medio de la capacidad afectiva, introduce emociones en su vida convirtiéndolas en auténticas vivencias; la capacidad ejecutiva es la que permite llevar a cabo una acción de acuerdo con lo que se conoce y las vivencias que se tiene; la capacidad relacional aporta recursos y estrategias para moverse adecuadamente en el ámbito social.
Cabanyes, en su libro La salud mental en el mundo actual, dice que: “La integridad y normal funcionamiento de todas estas capacidades no solo hace referencia a la salud mental, sino que tiene consecuencias directas sobre una característica esencial y definitoria del ser humano: la libertad”. (p. 74).

De esta manera, en el Centro Areté tenemos una oración dirigida a uno de nuestros santos patrones: “Pablo de Tarso” que dice que interceda por nosotros para que podamos avanzar en el noble combate por vivir una existencia virtuosa. Es decir, una existencia virtuosa implica una vida que busque la reconciliación consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y el creador. Está es una tarea de toda la vida; para cualquier ser humano. Para el psicólogo, para el psiquiatra, para el paciente o asesorado, para toda persona humana.

Ahora bien, el hecho de que hablemos de la virtud y de la reconciliación no significa que seamos los más virtuosos y reconciliados; quiere decir que todos los días renovamos lo que decimos en la oración; que la existencia virtuosa se construye en el día a día, es una lucha, un combate, una aventura; implica un esfuerzo diario y cotidiano. Es un camino incluso con muchas caídas puesto que somos débiles y frágiles. La actitud areteica y virtuosa es levantarse una y otra vez; pedir perdón, aceptar con humildad nuestros defectos y seguir corriendo, seguir avanzando en el noble combate del cual nos habla San Pablo.

Humberto Del Castillo Drago

Sodálite
Psicólogo
Director General de Areté

lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Quién es el hombre?


Sabemos todos que el ser humano es un ser complejo, en él se integran elementos biológicos, psicológicos y espirituales. Serráis, en su libro Madurez psicológica y felicidad, dice que “esos elementos precisan tiempo para desarrollarse con un ritmo propio en cada persona, para alcanzar en cada una un máximo de desarrollo diferente y para interrelacionarse de un modo peculiar en cada individuo” (p. 8).

En este orden de ideas, existen distintas dimensiones en el ser humano. Todas ellas son innegables y ninguna puede ser olvidada. Por ejemplo, la más inmediata es la dimensión biológica. Ésta representa la corporalidad con todas sus características estructurales y funcionales, para constituir la dimensión básica y necesaria en la relación con los demás y con el entorno contextual.  

Por otro lado, tenemos la dimensión psicológica, la cual habla de todo lo que llamamos la vida y actividad psíquica de la persona.  

Por último, la dimensión espiritual es aquella que hace que el ser humano trascienda en el mundo,  debido a que está invitado a una relación personal con Dios y consigo mismo. Esta dimensión lo hace UNICO E IRREPETIBLE, porque Dios nos creó con una mismidad e identidad propia, llamados a ser imagen y semejanza de Dios y participar de la naturaleza divina.

Nosotros en Areté consideramos que la dimensión social es una dimensión importante que implica a las otras tres; en un sentido se puede ubicar en la dimensión psicológica, en otro sentido podemos decir que es transversal a las otras tres dimensiones, por eso preferimos hablar de tres dimensiones y no de cuatro, para no quitarle ni fuerza ni peso a alguna de las otras tres, incluso a la dimensión espiritual -que es tan olvidada y marginada el día de hoy, incluso por la psicología que intenta en varias de sus escuelas y enfoques ser una respuesta al hombre sin Dios-. Así que las tres dimensiones interactúan de forma necesaria y se requieren mutua y recíprocamente, para potenciarse entre sí, con respuestas unitarias, integradas e inseparables, que constituyen la esencia del ser humano y configuran su manera de ser personal.

El ser humano, dice Cabanyes no es un “qué”, un “algo”, sino un “quién”, un “alguien”. Es un ser personal, con un cierto agrado de autonomía y de trascendencia.  El ser humano vive “en sí mismo”, no “en otros”, aunque necesite vivir “con otros” para perfeccionarse. Es capaz de moverse con autonomía casi plena, incluso contra sus límites naturales y necesidades básicas, y de generar y mantener su propio hábitat.El hombre es un ser trascendente en el sentido de que no se agota en su propio género humano, sino que está abierto al absoluto. Así que podemos evidenciar que estas son las personas que nos llegan a consulta; sufriendo con un dolor psíquico, con un  malestar psicológico e incluso psiquiátrico. Y es aquí donde la dimensión trascendente o espiritual, concede a cada persona su singularidad, es decir, es único e irrepetible. Además, toda persona tiene un anhelo de infinito, un afán de absoluto, una nostalgia de reconciliación. De esta manera, nadie se contenta con amar y sentirse amado o disfrutar y sentirse feliz de modo limitado.

Hasta aquí la explicación de las tres dimensiones fundamentales del ser humano: cuerpo, psique y espíritu. Ahora vamos a citar a Burgos en su libro Antropología: una guía para la existencia, cuando explica lo siguiente: “El cuerpo se identifica con uno de ellos. La psique comprende la sensibilidad, las tendencias y parte de la afectividad. Y el espíritu comprende parte de la afectividad, el conocimiento intelectual y el yo”. (p. 64, 65).

En Areté hacemos una diferencia entre lo que es el “Yo Psíquico” y lo que es la “Mismidad”. Cuando hablamos de mismidad estamos hablando de lo más íntimo del ser humano, es decir, de lo más profundo o de aquello que lo hace ser hijo de Dios, don para el mundo; único e irrepetible; “Palabra de Dios que nunca se repite”. En otras palabras, es el núcleo de la identidad del ser humano.

Ahora, frente a todo esto surge una pregunta:

-¿Dónde se ubican las tres potencialidades del ser humano?

-¿Dónde se ubican la inteligencia, la afectividad y la voluntad, según una visión trial del ser humano?

Para responder a estas preguntas vamos a dialogar con Xóse Domínguez, en su libro Psicología de la persona:

-Las capacidades de la persona no son autónomas, es decir, no son meras facultades operativas, sino capacidades-de-esta-persona. Estas capacidades son naturales o adquiridas.

-Dentro de las naturales vemos la fortaleza física y el temperamento.

-Al interior de las adquiridas, se encuentran los conocimientos, las virtudes y el carácter.

En todo caso, estas capacidades o potencialidades le han sido donadas desde el nacimiento o bien se le ha dado la posibilidad para adquirir las que son sobrevenidas, y podemos llamar a estas capacidades de la persona, como dones o dote, según Domínguez. Esta dote, este conjunto de capacidades, está estructurada de tal manera que forma un sistema, una estructura. De modo que cada capacidad y característica, afecta a todas las demás, y cada dimensión y potencialidad están vinculadas a toda la persona o sistema, de acuerdo con Burgos y Domínguez. Así, la persona no tiene cuerpo, sino que es corporal, y las características del cuerpo afectan a la totalidad.

En este sentido, Domínguez, plantea que:

“Todo el pensamiento es sexuado, y también la afectividad. Asimismo, la inteligencia es afectuosa (capta cálidamente la realidad) y mediada corporalmente. Es decir, cada nota característica de la persona es nota de todas las demás, afectando a todas las demás y definiéndose físicamente en función de todas las demás. Cada nota califica y tiñe a todo el sistema. Del mismo modo, diremos que la inteligencia es afectuosa y que la voluntad es inteligente” (p.54, 55).

Juan Manuel Burgos, en su libro Historia de la Psicología, dice que:

“Es importante entender al hombre, a la persona como UNIDAD INSEPARABLE. La psicología, está acostumbrada a “diseccionar” a las funciones personales como entidades autónomas. Se trata de recuperar la mirada integral, holística de la persona, incluso podríamos decir integradora. Todo fenómeno o proceso psíquico lo es de UNA PERSONA, por ende todo problema psicológico o trastorno psíquico es necesario comprenderlo desde la totalidad personal” (p. 89).


También, Domínguez afirma que: “El comportamiento lo es de toda la persona. Y toda dimensión debe ser integrada y personalizada, para que el ser humano no sea un actor de su vida, sino el autor de la misma” (p. 55).


Humberto Del Castillo Drago 
Sodálite
Psicólogo

Director General de Areté

martes, 18 de noviembre de 2014

El Bambú Chino y el Cultivo de la Virtud


1. Introducción:

Leyendo las primeras páginas del libro “Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas” de Stephen Covey me encontré con el ejemplo del bambú chino para resaltar la importancia de las bases sólidas y raíces firmes en la vida familiar; reconozco que no tenía ni idea de lo que el autor mencionado explicaba, la historia me pareció sumamente sugerente para explicar cómo son muchos procesos de la  vida humana e incluso de distintas instituciones y organizaciones. Covey dice: “Muchas cosas en la vida familiar son como el árbol de bambú chino. Uno trabaja e invierte tiempo y esfuerzo, y hace todo lo posible para nutrir el crecimiento y en ocasiones no se ve nada durante semanas, meses o incluso años. Pero si se es paciente y se sigue trabajando y alimentando, ese “quinto año” llegará y se asombrará del crecimiento y el cambio que verá que se ha dado”. (Pág. 31)

Hoy vivimos tiempos de celeridad y apuro, donde lo que importa muchas veces es la rapidez del crecimiento y los resultados de tal o cual actividad, en el fondo son rasgos de una sociedad que se rige por lo material, por lo pragmático y utilitario, olvidándose que todo en la vida tiene momentos, épocas, procesos, y etapas. El ser humano y sus organizaciones crecen y se desarrollan poco a poco, cada quién tiene su propio proceso, cada persona va avanzando según su propio ciclo vital, enraizado en una familia concreta y desplegando una historia personal única e irrepetible abriéndose a la presencia y acción de Dios en su existencia.

2. El Bambú Chino:

Ante tal sugerente ejemplo,  me animé a leer sobre el mismo de manera que pueda compartir un poco mis reflexiones a través del presente artículo. Fui encontrando distinta información. Encontré por ejemplo que la quinta parte del bambú que se produce en el mundo crece en China; son 300 variedades en una superficie total de 20,000 km2. Afirman distintos autores que es difícil viajar por China sin encontrar el bambú empleado de una u otra forma. La zona donde más se utiliza el bambú se halla al sur del río Chang Jiang (Yangtzé); prácticamente todas las viviendas tienen allí muebles, enseres u objetos de bambú: camas, sillas, cajas, cestos, escobas, palillos para comer e incluso sombreros.

Definitivamente lo que más me llama la atención es su particular proceso de crecimiento y desarrollo. Y es que después de plantar la semilla, no se ve nada durante cinco años, excepto un lento desarrollo de un diminuto brote a partir del bulbo. Durante cinco años, todo el crecimiento es subterráneo, invisible a simple vista, pero una maciza y fibrosa estructura de raíz que se extiende vertical y horizontalmente por la tierra está siendo construida. Son estás raíces las que al final del quinto año o un poco más permiten crecer al bambú chino  hasta alcanzar la altura de  25 o  más metros. Esté crecimiento se da en un período de solo seis semanas. En tan sólo unas semanas tienes un frondoso bambú lleno de vida y esplendor con una altura que alcanza una casa de dos pisos. Cuándo comienza a crecer su tallo puede alcanzar 3 metros en un mes, ya que crece a la velocidad de 6-15 centímetros diarios, pudiendo llegar a crecer 1 metro al día.

3. El Cultivo de la Virtud:

En un artículo anterior tratando de aproximarnos a la virtud recordábamos lo que afirma de esté termino el Catecismo de la Iglesia Católica: «La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios»  (No. 1803).

La virtud es una cualidad, un hábito operativo bueno de la persona, pero también tiene un opuesto en el vicio. Revisando alguna de las definiciones de la REA; encontramos que vicio es: “Hábito de obrar mal”. O “Defecto o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común a una colectividad”.

La virtud es además la respuesta de cooperación con la gracia que realiza el hombre para madurar en el camino de la fe. Así que el ser humano va madurando por este camino de la fe hasta la plenitud del amor, núcleo interior de la virtud, para conquistar una calidad humana, abriendo las facultades y potencias a los impulsos de la gracia, para permitir que el Señor Jesús viva en nosotros.
    
4. Conclusión:

La invitación para toda persona es a desarrollarse según unas  bases sólidas y profundas como el bambú chino. Todo ser humano está invitado a crecer integralmente  y a cultivar la virtud en su existencia. Dicho crecimiento es en base a un proceso gradual y natural, abierto a la acción de Dios en su historia personal. Se trata de invertirle tiempo, dedicación, esfuerzo y paciencia, a veces no veras nada; incluso durante semanas, meses y años; se trata de persistir y perseverar trabajando en ti mismo, tu quinto o sexto año llegará y con el vendrá un crecimiento y cambios que tu jamás esperabas. El bambú chino es una invitación a perseverar, a continuar, a no desistir de tus anhelos, sueños y proyectos. Es una invitación a concentrarte en las bases sólidas y raíces firmes que sostendrán el gran árbol que por gracia de Dios sostendrá muchos frutos del amor y la perseverancia.

Todos los seres humanos, todas las personas, tú y yo estamos invitados a  vivir y encarnar la virtud.  Sabemos que no es fácil, en Areté tenemos una oración dirigida a San Pablo Apóstol, uno de nuestros santos patronos, donde le pedimos que interceda por nosotros para que podamos avanzar en el noble combate de vivir una existencia virtuosa y areteica. Y es que consideramos que la virtud hay que vivirla siempre y en todos los momentos de nuestra vida. En ese sentido podemos decir que para vivir una existencia virtuosa la persona pone distintos medios concretos, dispone de un plan y busca ayuda para llevar adelante en su vida un noble combate que implica esfuerzo, lucha y dedicación. Sin la gracia de Dios nada es posible; él es quién nos da la fuerza para avanzar y crecer en la virtud; abriéndonos a su gracia y cooperando con su Espíritu crecemos en libertad interior viviendo cada día  más la fe, esperanza y caridad.


Humberto Del Castillo Drago 
Sodálite
Psicólogo
Director General de Areté






miércoles, 5 de noviembre de 2014

La conciencia del Pecado

“Junto a la conciencia queda también oscurecido el sentido de Dios, y entonces, perdido este decisivo punto de referencia interior, se pierde el sentido del pecado. He aquí por qué mi Predecesor Pío XII, con una frase que ha llegado a ser casi proverbial, pudo declarar en una ocasión que «el pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado»”.[1]

Las palabras de Juan Pablo II resuenan en nuestra mente y corazón para tratar de entender nuestra propia realidad. En otros artículos hemos entendido la grandeza de nuestra naturaleza al ser creados a imagen y semejanza de Dios, invitados a plenificar nuestra existencia viviendo el amor.

Es importante entender también cómo el hombre, haciendo mal uso de su libertad, opta por alejarse de su Creador, rompe con Él y peca. El pecado es ruptura, rechazo y desconfianza del Plan de Dios. Por el pecado la imagen queda oscurecida y la semejanza perdida. Nuestros primeros padres rompen la comunión con Dios, quieren alcanzar su realización y felicidad no con Él sino frente a Él, incluso contra Él.



No podemos entender la realidad del mundo y del hombre actual si olvidamos la importancia del pecado. “El mal procede de la desobediencia y el rechazo con que la criatura humana desde su libertad responde a Dios y a sus amorosos designios es la fuente de toda ruptura, y no sólo ello, sino es fuerza de ruptura, de anti-amor que obstaculizará permanentemente el crecimiento en el amor y la comunión, tanto desde el corazón de los hombres, como desde las diversas estructuras por ellos creadas, en las cuales el pecado de sus autores ha impreso su huella destructora”[2].

Muy equivocados estamos los seres humanos cuando queremos entendernos a nosotros mismos y nos olvidamos del pecado, que es un dato antropológico fundamental. Hoy en día la conciencia del pecado y el sentido del mismo están oscurecidos, porque el ser humano vive de espaldas a Dios y a sí mismo.

Se trata de mirarnos integralmente, como Dios nos mira, sabiéndonos hijos de Dios, creados por amor y con una libertad que, mal empleada, introdujo una alteración que afectó la realidad del ser humano y sus relaciones básicas.


Humberto Del Castillo Drago
Sodálite, Psicólogo y Director General de Areté




[1] Reconciliación y Penitencia No. 18
[2] Camino hacia Dios, No. 104.

lunes, 27 de octubre de 2014

Liderazgo y Señorío de Si Mismo

Hoy escuchamos, en muchos lugares y en distintos ámbitos, la palabra “líder” o la necesidad de ejercer liderazgo o lo importante que es ser líder en el mundo actual.

Como siempre, se trata de dar una mirada integral y auténticamente humana a este concepto. Hace ya algunos días estuve revisando una conferencia de Alejandro Bermúdez, conocido Director de ACI Prensa, sobre el tema del liderazgo, donde él empieza recordando la definición del diccionario de dicha palabra: “Persona a la que un grupo sigue, reconociéndolo como jefe u orientador., Frente a dicha definición sabemos que hay distintos tipos de liderazgo y distintas personas que lideran, en distintos ámbitos de nuestra sociedad.

Bermúdez nos invita a reflexionar sobre aquellos que piensan que ser líder es ser un demagogo: aquel que domina la comunicación para convencer a la gente sin reparar en los medios; o un manipulador: aquél que logra que los demás  hagan lo que no desean;  o un dictador o tirano: aquel que fuerza a un grupo o nación a un comportamiento colectivo determinado.

Frente a todo esto, hay que ir a la raíz inglesa de la palabra líder, que es Lead que significa “mostrar el camino a recorrer marchando por delante”. Es decir no se trata de buscar el beneficio personal o un fin arbitrario. Se trata de buscar siempre el bien de aquellos a los que lidera, el bien objetivo del grupo, se trata de conducir con coherencia y constancia caminando por delante. En ese sentido, es fundamental entender que el líder se presenta como un modelo a seguir, un ejemplo de vida que nos alienta y anima a caminar buscando el bien común y la felicidad propia.



En este sentido hay que insistir en lo importante que es el testimonio de vida, el ser ejemplo para los demás. Se predica con el ejemplo, con el testimonio, y la coherencia de vida.

Toda persona que ejerce algún tipo de liderazgo, sea por el puesto o rol que desempeña, sea por las capacidades que tiene, esta invitado a vivir la virtud, el señorío de sí mismo, la maestría personal, de manera que proyecte realmente quién es en realidad, y no sus rupturas o máscaras.   

Todo ser humano está invitado a plenificar su existencia amando al creador y amándose a sí mismo. Dicha vivencia del amor implica también encuentro y conocimiento de sí y de Dios, que son importantes para el autodominio y maestría personal.

Es fundamental para nuestra vida abrirnos a un conocimiento hondo de nosotros mismos donde podamos responder a nuestra propia identidad y podamos ser líderes de nosotros mismos para ayudar a otros que viven alejados de sí o alienados en medio de máscaras para que encuentren el camino de la propia realización.



Humberto Del Castillo Drago

Sodálite, Psicólogo y Director General de Areté

viernes, 24 de octubre de 2014

La vocación a ser persona y la vocación a la vida cristiana


Hoy en día no es raro que el hombre viva negando su propia identidad, porque muchas veces se aliena y despersonaliza, reduciendo su vida a una sola dimensión de su ser.  Nos creemos nuestro cuerpo, endiosamos nuestros sentimientos y emociones, vivimos aferrados a nuestros pensamientos y proyectos con dogmatismo y cerrazón o huimos de todo cuestionamiento a través de nuestras máscaras y roles.

El ser humano se olvida que es persona, ser para el encuentro, creado por Dios, a su imagen y semejanza, para participar de la naturaleza divina.  Dios, el Ser y Amor por excelencia, nos creó para que seamos felices, plenificando nuestra vida, decodificando adecuadamente nuestros dinamismos fundamentales de permanencia y despliegue.



La persona se olvida que en lo mas profundo de su ser, de su  mismidad, Dios lo invita a ser su amigo, lo invita a participar de su misma vida, a participar de la vida del Señor Jesús.  “Con el Señor Jesús la vida humana adquiere su sentido más pleno, porque en Él, el ser humano puede alcanzar su máxima grandeza; en Él y por Él puede alcanzar todos los bienes anhelados y reservados para él; en Él, por Él y con Él puede alcanzar el pleno despliegue y total realización de su existencia. Y lo más importante es que este proceso y despliegue, que se inicia ya en el terreno peregrinar, verá su culminación en la vida eterna donde Dios ha preparado para aquellos que lo aman «lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó (1Cor 2,9)” [1]

Es importante recordar que estamos llamados a ser cristianos, que somos convocados a ser como el Señor Jesús, a vivir aquello que nos dice el apóstol san Pablo en su Carta a los Gálatas (2,20): “Vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí”. La vida cristiana no es ni aburrida, ni triste. Cuando es llevada auténticamente es todo lo contrario, es una vida llena de alegría, de amor, de fe y de esperanza.  La persona humana está invitada a responder a la pregunta fundamental por su propia identidad siguiendo al Señor, siendo como el Señor Jesús, hijo de María.

Jesucristo responde a todas las inquietudes y necesidades del ser humano. Sólo Él es el único capaz de responder a los anhelos más profundos de la persona porque “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22).

La clave de la vida de todo ser humano consiste en la centralidad de Cristo, abrirle la mente y el corazón, encontrarse con Él, conocerlo, descubrirlo, saber quién es, para seguir su ejemplo y su vida. Jesucristo responde integralmente al ser humano y en lo mas hondo de sus cuestionamientos. Sin la verdad que nos trae el Señor tendremos una visión reductiva del ser humano como la que nos ofrecen las ideologías, la sociología o la misma psicología.

Si quiero responder a mi propia identidad es clave preguntarme si conozco al Señor, si vivo como Él y además si conozco mi vocación particular, si he descubierto para qué he sido creado. Dios me ha hecho para algo, me creó con una misión particular dentro del gran llamado a la vida cristiana. En la medida que sea persona, cristiano y despliegue mi vocación particular voy a plenificar mi existencia y cooperando con la gracia podré ganar el Reino de los Cielos.


Humberto Del Castillo Drago
Sodálite, Psicólogo y Director General de Areté


[1] Camino Hacia Dios No. 122.