1. Invitados
a la permanencia y el despliegue viviendo el amor:
Al abordar el tema de la
dependencia afectiva o emocional es clave recordar que como seres humanos
poseemos dos dinamismos fundamentales (permanencia y despliegue) y dos
necesidades psicológicas (seguridad y significación) que nos invitan a vivir
cotidianamente el amor.
Somos seres para el
amor y el encuentro. ¿Qué significa esto? Que hemos sido creados, que existimos
para vivir el amor, la comunión, la donación y entrega a los demás.
Todo ser humano entonces tiene la
capacidad de amar y dar cariño. Obviamente
este tema del amor está íntimamente relacionado con la estima de sí mismo, recta
valoración personal o lo que algunos llaman autoestima.
El drama del ser humano se
agudiza cuándo nos olvidamos que DIOS, nuestro creador, nos ama sin límites,
infinitamente.
Por eso, buscamos el sentido de
nuestra vida en lugares equivocados. Tomamos cualquier agua cuando sentimos sed
y nos olvidamos de quién es el Agua Viva.
La Dependencia emocional muchas
veces empieza con la pérdida de norte de mi existencia, es decir, no sé para qué
existo, o cuál es el sentido de mi vida.
También muchas veces busco el
amor o cariño desordenadamente exigiendo ser el centro del mundo y tener yo
toda la atención de las personas que están a mi alrededor.
2. ¿Qué
es la dependencia emocional o afectiva?:
Distintos autores definen la
dependencia emocional como un patrón
crónico de demandas afectivas frustradas, que buscan desesperadamente
satisfacerse mediante relaciones interpersonales estrechas.
El dependiente tiene una carencia
o vacío, una herida afectiva-emocional, por tanto, muchas veces sin darse
cuenta, reclama afecto, cariño y valoración. Dichos reclamos se llaman también
demandas. En este caso son demandas de afecto, de atención.
Es importante resaltar que dichas
demandas o reclamos son muchas veces no conscientes, es decir, la persona no se
da cuenta de sus reclamos.
Él busca desesperadamente llenar
dichas carencias en su relación con otras personas. No se da cuenta que depende
de ellos. No se da cuenta que está apegada a ellas: es decir, que tiene un
apego desordenado a tal o cual persona.
El dependiente emocional o
afectivo quiere disponer continuamente
de la presencia de la otra persona como si estuviera “enganchado” a ella.
Llamará continuamente a su pareja
al trabajo, le pedirá que renuncie a su vida privada para estar más tiempos
juntos, demandará de ella atención exclusiva y todavía le parecerá
insuficiente, etc.
No debemos perder de vista que el
motivo subyacente no es la posesión o el dominio, sino la tremenda necesidad
afectiva de estas personas. En cualquier caso, es comprensible la sensación de
agobio que produce en sus parejas o amigos.
La persona dependiente magnifica,
exagera el hecho de ser querido. Depender de alguien de una forma enfermiza no
es amor, es una adicción psicológica. Un
amor auténtico no es adictivo, no posee, ni destruye la identidad del otro.
El sentimiento de dependencia es
una forma de esclavitud. La persona
dependiente es esclava de los sentimientos con los que el “otro” le adorna.
Para amar hay que ser libres, porque si uno no se tiene a sí mismo no puede
darse a los demás.
En estos casos la necesidad de la
pareja o del amigo o hijo es realmente una dependencia como se produce en las
adicciones, lo que genera que el otro se sienta con frecuencia invadido o
absorbido. El otro se siente saturado, sin espacios personales.
Sus relaciones no llenan el vacío
emocional que padecen, pero sí lo atenúan.
Estas personas están tan poco
acostumbradas a quererse y a ser queridas que no esperan cariño de su pareja,
simplemente se enganchan obsesivamente a ella y persisten en la relación por
muy frustrante que ésta sea.
3. ¿Cómo
surge la Dependencia?:
Las dependencias pueden surgir
por una combinación de factores.
En primer lugar hay que mencionar
el tema de la Estima de sí y la búsqueda de sentido de la vida. Si no me valoro o percibo que no me valoran
normalmente busco esa valoración en algún otro lado. Hoy se ha perdido en
muchas casos el entender al Creador como quién orienta nuestras vidas e incluso
que es el que le da el sentido a nuestras vidas. Existe un Plan de Dios, un
designio amoroso para cada uno de nosotros.
Su pobre estima de sí, y la
elección frecuente de parejas explotadoras conducen al dependiente emocional a
una continua y progresiva degradación. Tienen que soportar desprecios y
humillaciones, no reciben verdadero afecto, en ocasiones pueden sufrir maltrato
emocional y físico, observan continuamente cómo sus gustos e intereses son
relegados a un segundo plano, renuncian a su orgullo o a sus ideales, etc. Su papel
se basa en complacer el inagotable narcisismo de sus parejas, pero lo asumen
siempre y cuando sirva para preservar la relación.
Dicha subordinación es un medio,
y no un fin. Los dependientes emocionales se dan para recibir por su terrible
anhelo de mantener la relación, igual que el jugador patológico gasta todos sus
ahorros por la irresistible necesidad de continuar jugando.
Necesitan excesivamente la
aprobación de los demás. Por supuesto, a medida que el vínculo es más relevante
la necesidad es mayor, pero también hay cierta preocupación por “caer bien”
incluso a desconocidos. Lo excesivo de esta necesidad genera en ocasiones
rumiaciones sobre su aceptación por un determinado grupo, empeños en tener una
buena apariencia, o demandas más o menos explícitas de atención y afecto.
Al no sentirse valioso, una
persona puede buscar quién lo reconozca y lo adule. La falta de estima de sí,
de sentido de su vida y el concepto negativo de sí mismo facilitan el
desarrollo de una dependencia emocional
con alguien que le demuestra admiración.
Quien depende del otro se niega
la posibilidad de amarse a sí mismo. No se puede amar a uno mismo si uno nunca
ha sido adecuadamente amado ni valorado por las personas más importantes en su
vida. Es tan poco el amor que se tiene alguien que depende de otro que, a pesar
de lo autodestructiva que es la relación y el enorme sufrimiento que le causa,
no es capaz de renunciar al otro. Está dispuesto a tolerar hasta la mayor de la
humillaciones con tal de no perderlo.
La persona apegada se estanca, se
olvida de sí mismo. No es capaz de asumir su propia vida y por eso utiliza el
apego como una fuente de seguridad.
Si una persona no se quiere a sí
misma proyectará ese sentimiento y pensará que nadie podrá quererla. El amor se
refracta siempre en lo que somos. El miedo al desamor (carencia afectiva) se
transforma en necesidad de ser amado.
La persona dependiente o apegada
buscará pertenecer a un grupo de referencia para poder “sobrevivir
psicológicamente”
Es importante mencionar la
importancia de los padres y de la familia como el lugar donde se educa nuestra
capacidad de amar. Son nuestros padres
los primeros que nos aman. Es en nuestra familia donde aprendemos a manifestar
nuestras emociones y afectividad.
Definitivamente la familia influye
en el desarrollo del sentimiento de dependencia o en la autonomía o
independencia.
Otro factor puede ser la
sensibilidad o el temperamento de la persona. Un chico frágil e inseguro puede ser más vulnerable al desarrollo de una personalidad
dependiente.
Humberto Del Castillo Drago.
Sodálite
Psicólogo
Director General del Centro Areté.