viernes, 19 de febrero de 2016

De los 2 a los 3 años de edad


Según Monge (2004), en esta etapa hay una adquisición del lenguaje que permite  que aparezca un impulso o necesidad constante para desarrollar la comunicación y, junto con esto, el deseo de conocer el ambiente. Aquí la tarea primordial es la de alcanzar un cierto grado de autonomía, aun conservando un toque de vergüenza y duda (Erikson, 1985).

La autonomía se desarrolla  mientras el niño trata de manifestar su voluntad propia para conseguir lo que busca. Por el contrario, la vergüenza se establece cuando el niño escoge su propia voluntad y experimenta la contrariedad de su madre y de otros, por el hecho de no cumplir con sus expectativas. Pero, no hay que olvidar que al seguir su propia voluntad, el niño está buscando desarrollar un sentido aparte de sí mismo para relacionarse con su madre de una forma nueva.

También, a la edad de dos años, el niño capta la diferencia entre lo bueno y lo malo, por ello, para formar esa autonomía, el niño necesita ser afirmado en aquellas formas en que se desarrolle su voluntad sanamente. Siempre que tome decisiones adecuadas, debe ser aprobado (empatía) o tratado con firmeza (decir “no”) cuando tome decisiones equivocadas, para que entienda que hay cosas que no se pueden hacer.

Esta etapa, asumida correctamente, otorga un fundamento a la flexibilidad interna o interior porque surge cuando se logra un correcto balance entre amor y firmeza, para consolidar el yo y hacer frente a situaciones que puedan paralizar: decir sí o no; crecer al ir escogiendo lo más conveniente; asumir una actitud activa y no pasiva. En última instancia, es un hecho importante, es el proceso de consolidar la voluntad, porque una voluntad fuerte afianza la salud física y mental posterior.


Psi.Humberto Del Castillo Drago.
Sodálite
Director General de Areté.

lunes, 8 de febrero de 2016

Del nacimiento hasta los 2 años

 Hermanos, Familia, Niños, El Amor, Juntos, Dos

Es en este primer período de la vida en que el niño se encuentra indefenso, porque su sistema sensorio-motor está inmaduro y tiene un repertorio muy limitado de aptitudes para enfrentarse a las exigencias de la vida; situación que lo pone en absoluta dependencia con respecto a los mayores (Monge, 2004). Por su parte, Erikson (1985) afirma que la tarea más importante de los padres consiste en desarrollar confianza en esta etapa. Tanto el padre como la madre deben proveer al recién nacido de un grado de familiaridad, consistencia y continuidad, para que el niño desarrolle un sentimiento que le lleve a pensar que el mundo, especialmente el mundo social, es un lugar seguro para estar, en otras palabras, que las personas son de fiar y amorosas.

También, a través de las respuestas paternas, el niño aprende a confiar en su propio cuerpo y las necesidades biológicas que van con él.  Esa confianza básica se adquiere por la calidad del amor recibido, manifestado, por ejemplo, en la forma como de bebés fuimos cargados y acariciados. El bebé es “lo que le dan”. De esta manera, si el niño recibe amor en esta etapa, decidirá que el mundo es bueno y que se debe confiar en él y en sí mismo. Por el contrario, si no recibe amor en esta etapa, el bebé se volverá desconfiado y se refugiará dentro de sí mismo, apartándose de toda relación.  Desconfiará de sí mismo, del mundo y de Dios, sintiéndolos y sintiéndose vacío y malo, lo que le impedirá crecer y caminar hacia lo desconocido.

Entonces es importante en este tiempo revisar las actitudes de los padres, saber si hay sobreprotección o, por el contrario, indiferencia. Debido a que los bebés pueden recordar e integrar amor y gozo, tanto como angustia y traumas. Se trata de profundizar en esta etapa y las siguientes con libertad y espontaneidad con el fin de avanzar en el conocimiento personal.


Psi.Humberto Del Castillo Drago.

Sodálite.

Director General de Aretè.






lunes, 1 de febrero de 2016

Debacle Argentina: ¿Ausencia de Trabajo en equipo y Liderazgo?



Alguno quizás le sorprende el título o tema de este artículo pero es que nos encontramos a puertas de la semifinal y final del mundial de fútbol Sudáfrica 2010.

Recordamos las palabras del Cardenal Ratzinguer hoy Benedicto XVI que define al fútbol “como un fenómeno genuinamente humano”, puesto “que ayuda al hombre a auto disciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole como puede enfrentarse con los otros de una forma noble”.

La selección argentina que clasificó angustiosamente al mundial,consiguió reorganizarse y generar muchas expectativas por su juego, sus goles y sus partidos ganados, especialmente en la primera ronda del mundial. No se puede negar que para no pocos aficionados después de la primera ronda Argentina era uno de los candidatos a salir campeón, incluso después del partido con México, en el que supo aprovechar muy bien las equivocaciones del árbitro, del rival, y el propio talento personal.

Y algunos todavía se preguntan ¿Qué tiene que ver el fútbol? O más aun, ¿Qué tiene que ver Argentina y su derrota con el trabajo en equipo y el liderazgo?

Y es que la diferencia entre Alemania y Argentina nos habla de un tema fundamental de los muchos, que tiene el liderazgo de organizaciones o la relación de los hombres en su trabajo. Este tema es el trabajo en equipo. Todos sabemos lo importante que es hoy en día aprender a trabajar en equipo para lograr cumplir con nuestra misión y lograr nuestros objetivos. Alemania siempre ha sido un equipo que ha priorizado lo colectivo, lo grupal sobre lo individual, y este de Sudáfrica 2010 no es distinto. En cambio Argentina basó sus éxitos y sus triunfos en sus individualidades.

Si bien Argentina obtuvo cuatro triunfos seguidos, incluso por marcadores contundentes y abultados, siempre se notó una carencia radical en el equipo como conjunto, como colectividad. Se notaba una debilidad en su defensa, incluso lentitud y desincronizacion en la misma. El medio campo no lograba defender como debía y tampoco salir jugando con rapidez. La mayoría de estos errores se notaron muchísimo en el partido con México, donde se veía un equipo partido, un equipo que no tenía fluidez y comunicación entre la defensa y la delantera.

El Director Técnico de Alemania Löw sacó una foto perfecta cuando dijo que a los volantes y puntas ar­gentinos no les gustaba volver. “Se vieron líneas separadas, laterales con di­ficultad para cubrir su zona y el volante externo que buscaba juego, un equipo partido en ese cuatro para atacar y seis para defen­der”[1].

Y claro, a un equipo que más que un equipo fue una suma de buenas y grandes individualidades le quedaba poco tiempo en un mundial tan competitivo como el que venimos presenciando.

Se ve claramente entonces la importancia de trabajar en equipo. De aquí surgen temas tan actuales como la integración de cada uno de los miembros, la comunicación fluida, el entendimiento, la unión, el cumplimiento de su rol y el sacrificio por la misión común o los objetivos trazados entre otros. Cuando se prioriza lo colectivo sobre lo individual se sienten menos las bajadas de nivel individual, puesto que el equipo esta cohesionado, unido y responde colectivamente a los retos y desafíos planteados.

En un artículo sobre liderazgo recordamos la definición genuina de dicho término, “hay que ir a la raíz inglesa de la palabra líder, que es Lead que significa “mostrar el camino a recorrer marchando por delante”. Primero entonces es la misión común, el objetivo del equipo, el bien de todos.

Eso es lo que el líder de un equipo, de una institución o de un país esta invitado a buscar. El líder es el que va adelante, conduciendo con su vida y testimonio.

En el caso de un equipo de fútbol se trata entonces de desplegar virtudes como el sacrificio, la renuncia, la cohesión interna, pero también la objetividad en la lectura de los partidos o resultados y el funcionamiento del equipo.

Argentina en este mundial careció de ese líder que comunicara la defensa con la delantera. En el partido con Alemania faltó un líder que tomara decisiones fuertes y radicales con el fin de cambiar el rumbo del partido, que en dicha etapa era vencer o quedarse fuera del mundial. Pareciera también que se subestimo al rival y eso depende mucho del cuerpo técnico que es finalmente quien maneja la estrategia y la táctica dentro de un equipo de fútbol.

Nada de esto quiere evitar decir que Argentina creció y cambió mucho en este mundial a diferencia del que terminó angustiosamente las eliminatorias. Y claro eso fue obra también del cuerpo técnico, sin embargo para seguir adelante no le alcanzó.

Quienes presenciamos a otros equipos de Argentina en los mundiales Argentina 78 y México 86 sabemos bien lo importante y fuerte que fue el trabajo en equipo, el trabajo en común, la fuerza que tuvo para Menotti y Bilardo –ambos con estilos y perspectivas muy distintas-  la cohesión interna y unidad del equipo para lograr el Campeonato del mundo.

Psi. Humberto Del Castillo Drago
Sodálite.
Director General de Areté.





[1] Olé, 4 de julio.