Otra distorsión o reducción
de nuestro ser e identidad es cuando nos creemos lo que experimentamos
sensiblemente: es decir, nuestras sensaciones, emociones y sentimientos.
Cuando esto sucede es porque le damos a nuestras
emociones y sentimientos el gobierno de nuestro ser. Nuestro cuerpo no es malo,
ni nuestros pensamientos inútiles, tampoco nuestros sentimientos son negativos.
El problema se presenta cuando reducimos a ellos nuestra realidad, nuestra vida.
Hoy en día se le da mucha importancia a la emoción,
al sentimiento, a la
sensación. Y claro, eso no está mal; el tema es que cada
realidad del ser humano esté colocada en su lugar. Lo que se absolutiza termina
desenfocando al ser humano, descentrándolo, y es una manifestación también de
la inadecuada decodificación de nuestros dinamismos fundamentales.
Si me dejo llevar por mis emociones y sentimientos
antes que por mi pensamiento cometo un error.
Es importante entender la diferencia que existe
entre sensación, sentimiento y emoción. Coloquialmente se utiliza a veces la emoción
como sinónimo de sentimiento, lo cierto es que en psicología existen varias
diferencias. Es decir no es lo mismo emoción que sentimiento.
La sensación pertenece al campo sensoperceptivo,
inicia con un estimulo exterior a través del cual se nos manifiesta el mundo
mediante una serie de características: configuración y conciencia de la misma. Dichas
sensaciones pueden ser neutras y llegan al ser humano a través de sus sentidos
tales como olfato, tacto, oído, etc.
¿Qué es emoción? Es la reacción espontánea y rápida
ante determinado estimulo. Tienen un
carácter muchas veces inesperado. Enrique Rojas dirá que la emoción desde el punto de
vista psicofisiológico son “los estados
afectivos funcionales producidos por estímulos externos o internos reforzantes”[1]. Emoción, por
ejemplo, es la alegría que siento al encontrarme con un familiar que hace años
no veo, o el susto al sentir un temblor.
En ese sentido es importante decir que hay personas
más emotivas que otras. No todos reaccionamos igual, no todos tenemos la misma
emotividad.
Brevemente ¿Qué es el sentimiento? Son más bien
procesos permanentes que se han instalado en nuestra afectividad habitual, nos
referimos por ejemplo a la amistad o enemistad, la simpatía o antipatía, y la
confianza o desconfianza.
Viendo la importancia de este tema para la
realización del ser humano, es clave encontrar el lugar de la afectividad en la
vida humana. No podemos prescindir de ella, reprimirla o esconderla, pero
tampoco podemos vivir según los vaivenes de nuestras sensaciones, emociones y
sentimientos.
Reducir mi valor como persona
a lo que me proporciona mi realidad afectiva-emocional me convierte en una
persona sumamente inestable y voluble. Un ejemplo cotidiano de endiosar las o emociones o sentimientos es
cuando no siento nada en la oración y por consecuencia creo que no es verdad.
Cuantas veces hemos oído decir: "Pero cuando oro ¡no siento nada!, así que
no creo que Dios esté presente". No se puede valorar un encuentro con el
Señor según tengas sentimientos o no. Si sientes mucho en tu oración está bien
pero si no sientes no significa que no es verdad. Así, existen muchas cosas más
en la vida de cada uno que son aceptadas o rechazadas según nos guste o no, sin
razonarlo: "Sólo lo hago si tengo ganas", " No siento nada,
entonces no es verdad".
No
es raro que busquemos sentirnos bien a toda costa, y eso es imposible. No
siempre nos vamos a sentir bien. El sentirnos mal, el sufrir, el sentir dolor,
no es sí mismo malo, es una realidad de la vida humana. Lo que hay que evitar
es dejarnos llevar desesperanzadamente o negativamente por esos sentimientos o
estados de ánimo.
Por otro
lado es importante mencionar que muchas veces el ser humano se interesa
por lo que le produce alguna compensación afectiva o emocional, y si no; no le
interesa, y menos aún si existe una cuota de sacrificio, de dolor, sufrimiento,
renuncia o lucha personal.
Finalmente, termino por identificar mi estar bien
con sentirme bien: estoy bien si me siento bien y estoy mal si me siento mal.
Cedo por completo al subjetivismo y al sentimentalismo, en lugar de guiarme por
lo objetivo, lo verdadero y por la razón.
Psi. Humberto Del Castillo
Drago.
Sodálite
Director
General Aretè.
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