Cuando hacemos
silencio, entramos en nosotros y nos damos cuenta que poseemos en lo más hondo
de nuestro ser los dinamismos de permanencia
y despliegue. Somos invitados a vivir cotidianamente según esos impulsos con
los cuales nos crearon. El drama del ser humano, hoy en día, empieza porque
vive alejado de su Creador y de sí mismo al decodificar erradamente dichos
dinamismos constitutivos.
Los dinamismos
fundamentales se traducen psicológicamente en dos necesidades que son percibidas
como tales: Necesidad de seguridad y de significación, que buscamos saciar ya
que “el hombre no puede ser feliz si no
colma sus necesidades fundamentales de seguridad y significación”.[1]
El ser humano busca
ser y permanecer siendo, por ello necesitamos que nuestra vida tenga una base,
un sustento. Esa es la necesidad de seguridad. Dicha necesidad sólo se llena verdaderamente
cuando elegimos satisfacerla según una escala de valores que responda
objetivamente a nuestro dinamismo fundamental de permanencia. Uno vive libre,
sin miedos, sin máscaras en la medida que está en contacto con su propia
identidad, cuando su vida está fundamentada en el SER POR EXCELENCIA, en Dios,
en su amor.
El dinamismo de
despliegue nos conduce a la comunicación, a la amistad, a la donación, al amor.
Dicho dinamismo se proyecta en gran parte en la necesidad de significación como
expresión de la aceptación de sí mismo y del amor. La significación nos conduce
a ver la vida como un horizonte de realización de plenitud que se alcanza por
el esfuerzo cotidiano. Es decir, percibir la vida de cada uno como realmente
valiosa y fecunda, encontrarle sentido a mi existencia, valorarme y que me
valoren. Amar y ser amado.
La infelicidad de
muchos se entiende desde la profunda desorientación en que vive, alejado de sí
mismo, sin entenderse ni entender a los demás, cerrado al SER trascendente y a sí
mismo, sin considerar lo importante que es decodificar adecuadamente sus
dinamismos y necesidades fundamentales.
Humberto
Del Castillo Drago
Sodálite
Psicólogo
Director General del Centro Areté
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