1.
Introducción:
Leyendo las primeras páginas
del libro “Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas” de Stephen Covey
me encontré con el ejemplo del bambú chino para resaltar la importancia de las
bases sólidas y raíces firmes en la vida familiar; reconozco que no tenía ni
idea de lo que el autor mencionado explicaba, la historia me pareció sumamente
sugerente para explicar cómo son muchos procesos de la vida humana e incluso de distintas
instituciones y organizaciones. Covey dice: “Muchas
cosas en la vida familiar son como el árbol de bambú chino. Uno trabaja e
invierte tiempo y esfuerzo, y hace todo lo posible para nutrir el crecimiento y
en ocasiones no se ve nada durante semanas, meses o incluso años. Pero si se es
paciente y se sigue trabajando y alimentando, ese “quinto año” llegará y se
asombrará del crecimiento y el cambio que verá que se ha dado”. (Pág. 31)
Hoy vivimos tiempos de
celeridad y apuro, donde lo que importa muchas veces es la rapidez del
crecimiento y los resultados de tal o cual actividad, en el fondo son rasgos de
una sociedad que se rige por lo material, por lo pragmático y utilitario, olvidándose
que todo en la vida tiene momentos, épocas, procesos, y etapas. El ser humano y
sus organizaciones crecen y se desarrollan poco a poco, cada quién tiene su
propio proceso, cada persona va avanzando según su propio ciclo vital,
enraizado en una familia concreta y desplegando una historia personal única e
irrepetible abriéndose a la presencia y acción de Dios en su existencia.
2.
El Bambú Chino:
Ante tal sugerente
ejemplo, me animé a leer sobre el mismo
de manera que pueda compartir un poco mis reflexiones a través del presente
artículo. Fui encontrando distinta información. Encontré por ejemplo que la
quinta parte del bambú que se produce en el mundo crece en China; son 300
variedades en una superficie total de 20,000 km2. Afirman distintos autores que
es difícil viajar por China sin encontrar el bambú empleado de una u otra
forma. La zona donde más se utiliza el bambú se halla al sur del río Chang
Jiang (Yangtzé); prácticamente todas las viviendas tienen allí muebles, enseres
u objetos de bambú: camas, sillas, cajas, cestos, escobas, palillos para comer
e incluso sombreros.
Definitivamente lo que más me
llama la atención es su particular proceso de crecimiento y desarrollo. Y es
que después de plantar la semilla, no se ve nada durante cinco años, excepto un
lento desarrollo de un diminuto brote a partir del bulbo. Durante cinco años,
todo el crecimiento es subterráneo, invisible a simple vista, pero una maciza y
fibrosa estructura de raíz que se extiende vertical y horizontalmente por la
tierra está siendo construida. Son estás raíces las que al final del quinto año
o un poco más permiten crecer al bambú chino
hasta alcanzar la altura de 25
o más metros. Esté crecimiento se da en
un período de solo seis semanas. En tan sólo unas semanas tienes un frondoso
bambú lleno de vida y esplendor con una altura que alcanza una casa de dos pisos.
Cuándo comienza a crecer su tallo puede alcanzar 3 metros en un mes, ya que
crece a la velocidad de 6-15 centímetros diarios, pudiendo llegar a crecer 1
metro al día.
3.
El Cultivo de la Virtud:
En un artículo anterior tratando
de aproximarnos a la virtud recordábamos lo que afirma de esté termino el
Catecismo de la Iglesia Católica: «La
virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la
persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas
sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien,
lo busca y lo elige a través de acciones concretas. El objetivo de una vida
virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios» (No. 1803).
La virtud es una cualidad, un
hábito operativo bueno de la persona, pero también tiene un opuesto en el
vicio. Revisando alguna de las definiciones de la REA; encontramos que vicio
es: “Hábito de obrar mal”. O “Defecto o exceso que como propiedad o costumbre
tienen algunas personas, o que es común a una colectividad”.
La virtud es además la
respuesta de cooperación con la gracia que realiza el hombre para madurar en el
camino de la fe. Así que el ser humano va madurando por este camino de la fe
hasta la plenitud del amor, núcleo interior de la virtud, para conquistar una
calidad humana, abriendo las facultades y potencias a los impulsos de la
gracia, para permitir que el Señor Jesús viva en nosotros.
4.
Conclusión:
La invitación para toda
persona es a desarrollarse según unas
bases sólidas y profundas como el bambú chino. Todo ser humano está
invitado a crecer integralmente y a
cultivar la virtud en su existencia. Dicho crecimiento es en base a un proceso
gradual y natural, abierto a la acción de Dios en su historia personal. Se
trata de invertirle tiempo, dedicación, esfuerzo y paciencia, a veces no veras
nada; incluso durante semanas, meses y años; se trata de persistir y perseverar
trabajando en ti mismo, tu quinto o sexto año llegará y con el vendrá un crecimiento
y cambios que tu jamás esperabas. El bambú chino es una invitación a
perseverar, a continuar, a no desistir de tus anhelos, sueños y proyectos. Es
una invitación a concentrarte en las bases sólidas y raíces firmes que
sostendrán el gran árbol que por gracia de Dios sostendrá muchos frutos del
amor y la perseverancia.
Todos los seres humanos,
todas las personas, tú y yo estamos invitados a
vivir y encarnar la virtud.
Sabemos que no es fácil, en Areté tenemos una oración dirigida a San
Pablo Apóstol, uno de nuestros santos patronos, donde le pedimos que interceda
por nosotros para que podamos avanzar en el noble combate de vivir una
existencia virtuosa y areteica. Y es que consideramos que la virtud hay que
vivirla siempre y en todos los momentos de nuestra vida. En ese sentido podemos
decir que para vivir una existencia virtuosa la persona pone distintos medios
concretos, dispone de un plan y busca ayuda para llevar adelante en su vida un
noble combate que implica esfuerzo, lucha y dedicación. Sin la gracia de Dios
nada es posible; él es quién nos da la fuerza para avanzar y crecer en la
virtud; abriéndonos a su gracia y cooperando con su Espíritu crecemos en
libertad interior viviendo cada día más
la fe, esperanza y caridad.
Sodálite
Psicólogo
Director General de Areté
Me parece adecuado comparar el bambú con el cultivo de la virtud que empieza en la formación cristiana en la Familia y se va fortaleciendo las raíces para mostrarse en nuestra vida cotidiana.
ResponderEliminar